Bajo este título tan amplio y aparentemente incoherente se resume una de las reflexiones –o conclusiones más bien– a la que he llegado después de documentarme un poco antes de marchar a nuestro viaje a Florencia y la Toscana. A este tipo de viajes hay que ir leído, eso está claro.
Si hablamos de Florencia hablamos de arte, y en concreto del arte del Renacimiento. Bajo este nombre se incluye un cambio de paradigma no sólo en los cánones estéticos y en las técnicas pictóricas, escultóricas y arquitectónicas, sino también en las políticas y sociales. No es casualidad que es precisamente en el siglo XV donde los historiadores establecen la división entre la Edad Media, heredera degradada del mundo romano, y la Moderna, con una nueva interpretación de la antigüedad, el fin del Imperio Romano de Oriente con la caída de Bizancio a manos de los otomanos y el vuelco radical con el descubrimiento del Nuevo Mundo.
En la discreta iglesia de Ognissanti de Florencia encontramos la capilla dedicada a la familia Vespucci. Ese apellido de ilustres florentinos nos remite inmediatamente a América y sobre todo a quien dio su nombre al continente, Américo Vespucio (Amerigo Vespucci en italiano). El abuelo del navegante tiene su tumba en las inmediaciones de esta capilla.
A la historia del arte también ha pasado otra Vespucci, quizás menos conocida, pero seguro que reconocible por todos. Coged una moneda de diez céntimos de euro italiana. Aparece una efigie. Es un fragmento del cuadro ‘El Nacimiento de Venus’ de Sandro Botticelli y símbolo inequívoco del Renacimiento en el arte. Todos lo hemos visto alguna vez. La modelo que inspiró al artista para pintar a Venus fue Simonetta Vespucci, una joven noble de trágica y corta vida pero que fue, en sus pocos años de existencia, musa de los más grandes pintores del cuattrocento. Sobre todo de Botticelli, que la retrató en muchas de sus obras. El innovador pintor florentino también se encuentra enterrado muy cerca de la capilla de los Vespucci en Ognissanti.
La madre de Simonetta era miembro de una de las grandes familias genovesas. Cattochia Spinola era su nombre y nos trae a la memoria la relación de la familia con España a través de Ambrosio Spínola (Ambrogio Spinola en italiano), capitán del ejército español en Flandes, los conocidos como Tercios de Flandes. Se trata de una rama de la familia que se instaló en nuestro país un siglo después de la muerte de Cattochia, es decir en el siglo XVI.
Conociendo estos datos, pasear por la iglesia de Ognissanti cobra otro sentido.