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La bitácora personal de Ricardo Martín
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13 de enero de 2012

El caso del OVNI de Moreruela

Desde que descubrí la existencia del libro de Federico Acosta NoriegaOVNIs Sobre Zamora’, hace ya algún tiempo, me dí cuenta de que buscar información sobre este fenómeno (sea lo que sea) en la provincia de Zamora era una de mis asignaturas pendientes. Lo cierto es que tanto en internet como en las bibliotecas hay muy pocos datos de fiar sobre estos asuntos. Por eso el libro de Noriega sigue siendo la principal fuente de información. Hace unas semanas, en el programa ‘Cuarto Milenio’ de Iker Jiménez se comentaba el caso del OVNI de Moreruela.

Más o menos es algo así: Guillermo (Willy para los amigos) Rodríguez Riesco, propietario de la cafetería Dover en Zamora, se encontró con «lo desconocido» cuando pescaba a orillas del embalse de río Esla muy cerca de la localidad de Moreruela de los Infanzones y en las inmediaciones de las ruinas del Monasterio de Moreruela. Ocurría en 1974, en una época en la que se producían miles de avistamientos OVNI, algunos muy llamativos como el de Maxi Iglesias en la sierra de Béjar. En este artículo de La Opinión de Zamora se explica con pelos y señales en qué consistió aquel encuentro. Como siempre, la última palabra y las conclusiones que las saque cada uno. A mí, a falta de pruebas definitivas, me cuesta creerlo, pero no deja de ser interesante.

Y aquí cómo lo contó casi 38 años después en ‘Cuarto Milenio’:


(Si no se ve, aquí están los enlaces directos a los vídeos: Sobre el caso concreto de Moreruela, sobre Federico Acosta Noriega).

10 de enero de 2012

Curiosidades que vimos en Londres (II): La calavera de cristal del British Museum

Cuando entramos en la sala 24 del Museo Británico desconocíamos por completo que en un rincón, casi apartada de la ruta que siguen los turistas, estaba uno de los objetos más interesantes, controvertidos y populares de los últimos tiempos: Una calavera de cristal. Casi con toda seguridad, esta pieza sea la más importante de su género junto con la de Mitchell-Hedges. En aquel momento sólo conocía muy vagamente la historia de esta calavera.

En 1897, el British Museum la compró por 120 libras de la época a Tiffany & Co. suponiendo, por supuesto, que se trataba de un objeto precolombino procedente de la cultura maya. Así que estuvo expuesta, en la sala 27 dedicada al arte mexicano. Según la historia, la calavera había sido adquirida por Tiffany & Co. a un tal George H. Sisson de Nueva York. Sisson se la compró a su vez a un anticuario francés de nombre Eugène Boban en 1881. Lo que nunca quedó claro es cómo la había conseguido. La historia es bastante vaga e imprecisa, incluso con oficiales militares españoles de por medio.

La cuestión es que durante 99 años, la calavera de cristal fue considerada por los expertos del museo como auténtica. En el año 1996 se decidió estudiar la pieza a fondo con medios modernos que incluía principalmente dos aspectos: el material (cristal de roca) y el modo de tallado. Analizado las impurezas del cuarzo se llegó a la conclusión de que su procedencia no era norteamericana, sino probablemente brasileña. A finales del siglo XIX el comercio del cuarzo de roca entre Brasil y Europa estaba en pleno auge. En cuanto al tallado, se comparó al microscopio la calavera con objetos precolombinos de cuarzo de autenticidad contrastada. Quedó claro que la precisión de los detalles y su perfecta pulimentación sólo podía conseguirse con tornos modernos. En la web del Museo Británico dedican una página a detallar con bastante precisión los estudios realizados.

Al final se retiró de la sala en la que se encontraba para trasladarla a un rincón de ese cajón desastre que es la sala 24. Vista «en persona», la calavera sorprende por la perfección de sus detalles. Al contrario de la Mitchell-Hedges, no tiene la mandíbula articulada, pero eso poco importa. No hace falta mucho para sentirse atraído por su presencia. Nosotros permanecimos un momento sentados en un banco justo al lado de la vitrina, mirándola casi hipnotizados y tirando fotos y grabando vídeos. Por suerte o por desgracia, muy pocos visitantes se percatan de esta presencia tan interesante.

3 de enero de 2012

Curiosidades que vimos en Londres (I): St. Helen’s Bishopsgate

Con esta entrega comenzamos la serie de algunas de las curiosidades que vimos en Londres. Algunas de ellas ya las conocíamos y otras nos las encontramos por casualidad. En el caso de la iglesia de St. Helen’s Bishopsgate fue de las segundas. Era ya noche cerrada, nos habíamos bajado del autobús en las inmediaciones del «gherkin» (el «pepinillo»), que es como popularmente se conoce el edificio diseñado en 2004 por Norman Foster y situado en el 30 de la calle St. Mary Axe, en plena City londinense. Nuestra intención era fotografiarlo con la iluminación nocturna. Lo que no esperábamos es que la zona fuera tan laberíntica como resultó ser. Callejeamos bastante buscando las mejores vistas. Entre las grandes torres de cristal encontramos muchos rincones con edificaciones que nos parecían anacrónicas en aquel entorno.

Uno de esos lugares que parecían haber sido «copiados y pegados» desde el pasado era la iglesia de St. Helen’s. En aquel momento simplemente nos pareció una simple curiosidad. De hecho ya nos había sorprendido nuestro encuentro previo con la iglesia de St. Andrew Undershaft. Como averiguaríamos después, muchos de los edificios construidos antes del siglo XVII que se conservan en esta parte de Londres han tenido una historia bastante ajetreada como luego veremos. St. Helen’s no es una excepción.

El origen de este templo hemos de buscarlo en el siglo XII. En el siglo siguiente se refundó como monasterio benedictino. Durante los siglos siguientes, diferentes órdenes religiosas ocuparon el monasterio hasta que en 1799 se demolió parte del edificio. A finales del siglo XIX sufrió una severa reforma para adaptarla a los usos y costumbres de la época. Una de las peculiaridades de St. Helen’s Bishopsgate es que ha sobrevivido a diferentes eventos de gran magnitud. El primero de ellos fue el Gran Incendio de Londres de 1666, que devastó buena parte de la City. Posteriormente, ya en el siglo XX sufrió los bombardeos nazis en el famoso Blitz de la segunda guerra mundial. En los atentados del IRA perpetrados en 1992 y 1993 sufrió también graves desperfectos en los que perdió el tejado y las vidrieras del siglo XVII. En los años noventa del siglo XX recuperó parte de su esplendor gracias a una minuciosa restauración. Frente a su fachada, y a pesar de que estaba envuelta en una siniestra penumbra, pudimos distinguir un pequeño patio con lápidas funerarias repletas de inscripciones.

Sin duda merece la pena echar un vistazo por aquí, lejos de las rutas turísticas, para conocer un pedazo importante de la historia de Londres que normalmente pasa desapercibido.

30 de noviembre de 2011

‘Por Tierras de Zamora’, el documental pionero de Heptener

De vez en cuando buceando por internet uno se encuentra pequeñas joyas como esta. Se trata de un documental filmado por Fernando López Heptener en 1933 llamado ‘Por Tierras de Zamora’ y que ha sido colgado en YouTube para disfrute de todos. Tal y como se dice en la entrada que se le dedica en la Wikipedia, el film de unos diez minutos de duración, fue estrenado en el cine Capitol de Madrid y está considerado en muchos aspectos, como un pionero. Lo es, por ejemplo, el uso del sonido, siendo uno de las primeras filmaciones con sonido de la historia del cine español. Recordemos que apenas un lustro antes se estrenó la primera película sonora.

El documento está dividido en varias partes, las dos primeras sobre la capital zamorana, su historia y su semana santa, y la última sobre algunos aspectos de la provincia. Espero que disfrutéis viéndolo tanto como yo. La copia que puede verse no es de muy buena calidad y parece extraída de una grabación en VHS. De todos modos gracias al usuario cannislupro por colgarlo.

22 de noviembre de 2011

El pionero de la telegrafía eléctrica

En nuestra historia hay muchos personajes olvidados que merece la pena recuperar. Algunos de ellos son sorprendentes por la magnitud de su obra o de su capacidad de anticiparse al futuro. Para hablar de Francesc Salvà i Campillo tenemos que remontarnos hasta el siglo XVIII y XIX, a la época que se ha denominado como la Ilustración Catalana. Aunque este barcelonés fue médico de profesión, su interés por otros campos de la ciencia le llevó a experimentar con la electricidad, la aerostática, el periodismo, la ingeniería industrial o la meteorología. No en vano fue uno de los primeros meteorólogos españoles en realizar previsiones y recoger series temporales de temperaturas y pluviometría.

Pero quizás el campo por el que pasó a la historia es por establecer los rudimentos de la telegrafía eléctrica a finales del siglo XVIII, casi medio siglo antes que su inventor «oficial» Samuel Morse. A finales de 1795, Salvà publicaba en Barcelona su ensayo ‘La Electricidad Aplicada a la Telegrafía’. El estudio incluía información detallada sobre los fundamentos físicos y técnicos de la transmisión de pulsos eléctricos a través de un hilo conductor, así como sobre la construcción de los aparatos emisores y receptores. Realizó su primera prueba en público al año siguiente, en 1796, en la corte de Carlos IV y planificó la conexión telegráfica entre Alicante y las Islas Baleares, proyecto que nunca se llevó a cabo. Si se hubiera realizado sería el primer país del mundo en tener una línea de comunicaciones eléctrica. Pero como suele ocurrir, la desidia y la ignorancia de los que regían los destinos de España en aquellos tiempos olvidó tanto el proyecto como a su artífice. Para darnos cuenta de la magnitud de su influencia en posteriores inventores, Marconi reconoció a Salvà en 1901 como una de sus inspiraciones.

Hoy día puede resultar muy sencillo hablar de cables, de hilos conductores y demás, pero hemos de pensar con la mentalidad de finales del siglo XVIII. De hecho, en su ensayo, denomina los cables como «cuerdas» de metal conductor de la electricidad unidas entre sí mediante «papel impregnado en resina». Se trata de la primera descripción de un cable que existe. En el Deutsches Museum de Múnich existe un pequeño recordatorio a Salvà i Campillo y a su cable. Así lo resumió en 1876 el telegrafista Suárez Saavedra:

En 1747 los ingleses Watson, Bevis y otros, demostraron que la descarga de la botella de Leyden se hacía en un instante al través de alambres de más de doce millas inglesas[…] Si desde esta ciudad a la de Mataró —continúa Salvà— corriese un alambre, y otro desde Mataró a Barcelona, y hubiese allá un hombre que con sus manos agarrase los cabos de los alambres, con una botella de Leyden podría dársele conmoción y avisarle así sobre un asunto convenido […] Con 22 letras y aun con 18, pueden formarse todas las palabras que se requieren para ello, y así, con 44 alambres desde Mataró á Barcelona, habiendo en el primer punto 22 hombres que tuviese cada uno dos extremos o cabos, y en Barcelona 22 botellas de Leyden cargadas, podría hablarse con aquella ciudad, bastando que cada hombre representase una letra y avisase al sentir la conmoción: supongamos la reciban los que presentan las letras P, E, D, R, O; se habrá transmitido la palabra «Pedro». Esto cabe dentro de la posibilidad, pero veamos si puede simplificarse, dice Salvà. […]

Parecerá poco menos que imposible el tender tantos alambres para hacer hablar a la electricidad, pues aún en apoyos muy altos o travesaños los muchachos los desbaratarían; pero no es necesario que los alambres vayan separados, puesto que pueden montarse juntos formando una cuerda fuerte, resistente, que podría colocarse bien alta, sin que la electricidad que vaya por un hilo se pase a los otros. En las primeras pruebas —añade Salvà— que hice con un pequeño telégrafo medio armado, vestí los alambres con papel, después los arrollé, y siempre dirigí la electricidad por los que quise; siendo mejor aún el papel barnizado con pez o con materia idioeléctrica. Además de que, dando estos resultados prácticos, la cuerda de alambre podría colocarse en caños subterráneos, revistiéndola para mayor precaución con una o dos capas de alguna resina propia para aislar.

Aquellos que quieran ampliar la información, existe una biografía [PDF] que puede descargarse gratuitamente desde la web de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, organismo dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación.

26 de octubre de 2011

‘Maravillas de la telefotografía’

Los buenos aficionados conocen ya la telefotografía ó sea el arte de hacer fotografías detalladas desde largas distancias.

Así comienza un texto publicado en una revista de curiosidades científicas e históricas llamada ‘Alrededor del Mundo’ [PDF] que pasaría desapercibido si no miráramos la parte superior, donde la fecha dice 24 de mayo de ¡1900!. ¿Y cómo era la telefotografía hace 111 años? Sigamos con el artículo:

El nuevo arte es la aplicación del telescopio a la fotografía. […] La telefotografía está prestando también grandes servicios para fotografiar la vida de los pájaros y de otros animales cuyas costumbres es difícil sorprender de cerca. […] Conocida es igualmente la dificultad de hacer buenas vistas de montañas; estas dificultades han desaparecido con los objetivos nuevos cuyos efectos venimos describiendo y con los cuales se han hecho desde una distancia de 92 kilómetros y medio unas fotografías verdaderamente maravillosas del Mont Blanc. […] Conviene tener en cuenta que los objetivos empleados en estos aparatos hacen desaparecer la distorsión de líneas que siempre resulta en las fotografías de monumentos que se hacen demasiado cerca de ellos; de este modo se obtienen las imágenes con las proporciones debidas.

Lo cierto es que el nombre de «telefotografía» hoy aún se sigue utilizando. Durante un tiempo también se vino usando para designar las experiencias científicas sobre la emisión de imágenes a distancia, precursor de la televisión. No puedo evitar sorprenderme continuamente con la cantidad de publicaciones curiosas, normalmente bajo el término de revista ilustrada, que podían leerse a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX en España. Sus artículos muchas veces son proféticos –como el que os he traído hoy–, otros son ingenuos y algunos obsoletos, pero nunca está de más asomarse al pasado para tener la perspectiva de saber lo que nos puede deparar el futuro.

12 de octubre de 2011

Grabados románticos de Zamora

Desde hace mucho siempre me ha rondado en la cabeza un antiguo grabado que vi en alguna parte en el que podía verse el Palacio de los Momos de Zamora con un entorno poco reconocible. Aquel curioso dibujo volvió a mí cada cierto tiempo hasta que, por obra de internet, descubrí otras obras de ese mismo autor, con otros monumentos zamoranos y de otras ciudades. Aquel autor era Jenaro Pérez Villaamil, un artista que publicó en la casa londinense Hauser entre 1842 y 1850 treinta y seis cuadernos con el nombre conjunto de ‘España artística y monumental. Vistas y descripción de los sitios y monumentos más notables de España.’ donde recopilaba todos esos paisajes, algunos de ellos ruinosos o idealizados al gusto de los románticos. Villaamil viajó por toda España junto al también paisajista escocés David Roberts, del que aprendió buena parte de la técnica. Roberts había publicado en 1837 sus interesantes grabados en el libro ‘Picturesque Sketches in Spain’, centrándose en el sur de España.

Villaamil y Roberts pasaron por Zamora y dejaron testimonio en sus grabados. Además del ya citado sobre el Palacio de los Momos, existen al menos dos más referidos a exteriores de monumentos de la ciudad, como son el de la iglesia de La Magdalena y el de la fachada sur de la Catedral. También realizó algunos grabados de interiores, por ejemplo el ya referido de la iglesia de La Magdalena. En ‘España Artística y Monumental’ los dibujos estaban coloreados en tonos cálidos (también existen copias en blanco y negro) y está lejos de crear ese ambiente inquietante y tormentoso de los pintores y dibujantes del romanticismo. Aunque no sabemos hasta que punto los paisajes son fieles a la realidad de la época, es de suponer que Villaamil aplicó los gustos de la corriente artística de moda a cada uno de los monumentos retratados.

Aquí os muestro los tres grabados que realizó Villaamil de monumentos zamoranos. Empezamos por el más conocido de todos. Se trata del Palacio de los Momos, hoy situado en la Plaza de Zorrilla, en los primeros metros de la calle de San Torcuato. Como curiosidad puede verse la calle que partía de una de las esquinas del edificio, hoy inexistente, y que la comunicaba con la iglesia de San Vicente (la torre que se ve al fondo):

Continuamos con la Catedral. La fachada sur con la famosa Puerta del Obispo ha sido desde siempre objeto de retrato por parte de fotógrafos y dibujantes. Ya lo vimos en el caso del pionero de la fotografía Charles Clifford. En este caso se trata evidentemente de una idealización, ya que el espacio entre la fachada de la Catedral y el palacio del Obispo es mucho más angosto que lo que se muestra en el grabado:

La iglesia de La Magdalena puede considerarse como uno de los mejores ejemplos del románico zamorano, especialmente su impresionante pórtico. Sin duda Villaamil se dio cuenta de ello y no pudo evitar inmortalizarlo. Mi mirada va directamente al campanario, casi ruinoso, y que hoy se encuentra reconstruido con dudoso gusto:

Todos los grabados de paisajes y monumentos españoles de Villaamil pueden verse a gran resolución en esta página web.



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