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La bitácora personal de Ricardo Martín
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30 de agosto de 2010

La teoría de la curva de Hubbert: El pico del petróleo

Todos hemos escuchado alguna vez hablar sobre las predicciones de agotamiento futuro del petróleo y los demás productos energéticos no renovables. Algunos decían que tendríamos suministro para veinticinco años, otros para cien y otros que el fin de los combustibles fósiles era inminente. Existe una teoría científica llamada «peak oil» o «pico del petróleo» en su acepción castellana más correcta. Alude a la gráfica derivada de la teoría de la curva de Hubbert en alusión a su autor, el geofísico de la compañía petrolera Shell Marion King Hubbert. ¿Y qué dice esta teoría? Básicamente que la cantidad de petróleo extraído en todo el mundo forma una curva ascendente hasta un determinado nivel máximo (este es el llamado «pico del petróleo») a partir del cual comienza a descender. Eso significa que los costes de extraer un barril de crudo es cada vez mayor. Cuando ese nivel es demasiado bajo, la producción deja de ser rentable. Esta gráfica puede aplicarse a pozos concretos de extracción, a la producción de un país o de todo el planeta.

Hubbert predijo en 1956 con éxito cuándo los Estados Unidos alcanzarían ese punto máximo y acertó de pleno, situándolo entre finales de los años sesenta y principios de los setenta. En 1970 se comprobó lo acertado de su predicción. Aplicando de nuevo su teoría, en los setenta predijo que el pico mundial tendría lugar entre 1995 y 2000. Una predicción fallida en la que probablemente han entrado en juego otros factores más complejos y no contemplados en el cálculo. Aún así se siguen realizando predicciones que arrojan nuevas y cercanas fechas que indican que la producción mundial de petróleo está a punto de alcanzar su cénit. Según la asociación de estudiosos del tema, la ASPO (Association for the Study of Peak Oil), que engloba a científicos y economistas de todo el mundo, ha predicho, usando la teoría de Hubbert que esa producción máxima ocurrira entre 2010 y 2015, con lo que de nuevo estamos dentro del tiempo. Y si vuelve a fallar, las nuevas predicciones se acercarán poco a poco a la fecha real. Lo que nadie duda ya es de que tendrá lugar más pronto que tarde. Eso significa que la producción disminuirá no por causas políticas y estratégicas, sino por que ya no se puede abastecer la demanda como hasta ahora.

Probablemente en estos momentos se consumen más derivados del petróleo que nunca. Existen más aviones que nunca y los gigantes chinos e indios (una tercera parte del planeta) están despertando al consumo, y generando una demandanda de transporte por carretera y energía que antes no existía. En occidente el consumo de combustibles fósiles también crece, las familias se mueven en automóvil más que nunca. Según la teoría de Hubbert, en breve vamos a entrar en el declive de la producción de petróleo. El asunto se está tomando muy en serio y, además de la ASPO, existen otras organizaciones que estudian el tema con mucho detenimiento e incluso con preocupación. Mientras, la industria del automóvil y las grandes petroleras ignoran en público el asunto, aunque ya se comienzan a buscar alternativas. Si realmente la escasez comienza pronto, aún no existe una energía lo suficientemente desarrollada y barata como para sustituir al gas y al petróleo. Incluso los más catastrofistas hablan de un colapso de la economía mundial que provocaría un retroceso sin precedentes en el nivel de vida de los ciudadanos (del mundo industrializado, se entiende) y conflictos entre naciones. No en vano, algunos de los países que cuentan con mayores reservas de crudo están en el ojo del huracán informativo día sí y día también: Venezuela, Irán o Irak están entre ellos ¿Casualidad?

28 de agosto de 2010

La trilogía del «cine informático» de los ochenta

A comienzos de los años ochenta, el boom de la electrónica y de la informática ya era un hecho. Los ordenadores comenzaban a entrar en las casas y la cultura popular se empezaba a impregnar de bits, chips, teclados, monitores y videojuegos. Por supuesto el cine no iba a ser una excepción. Y pensando en este tema se me ha ocurrido dedicar una entrada a ese cine de puro entretenimiento que tienen a los ordenadores como protagonistas (o al menos como co-protagonistas). Me refiero a ordenadores en el sentido más estricto, no a robots ni a películas futuristas, sino a cómo se veía la informática en aquellos albores de la la informática popular. El «aquí y ahora» del sentimiento social de esos años acerca del tema.

Para ello he seleccionado tres películas, similares pero a la vez muy diferentes: ‘Tron’ (1982), ‘Juegos de Guerra’ (1983) y ‘Sueños Eléctricos’ (1984). Las dos primeras producciones norteamericanas y la tercera co-producida por el Reino Unido. Estas cintas forman una peculiar trilogía que engloba todos los aspectos, los vicios y las virtudes de la tecnología, desde el más fantasioso, al más terrorífico, del más abstracto e inexacto al más concreto y preciso, de la comedia a la ciencia-ficción e incluso al terror. Y por supuesto la política.

‘Tron’, el comienzo de una nueva etapa.

Hacer una película con imágenes sintéticas cuando apenas había ordenadores capaces de mostrar más de 16 colores en pantalla sin duda debió ser un reto. De hecho, la mayoría de las supuestas infografías que aparecen están realmente realizadas mediante animación tradicional (la productora Buenavista pertenece a Disney, con lo que no debieron tener grandes problemas) y en las que aparecen los personajes en el «mundo virtual» fueron pintadas a mano sobre una película original de alto contraste y en blanco y negro. El resultado es quizás algo extraño e inquietante. Hoy las animaciones nos pueden parecer ridículas, ya que cualquier teléfono móvil actual genera infografías mil veces mejores, pero en aquellos tiempos debió ser revolucionario.

No hay duda de que fue una película que, a pesar de no ser un gran éxito comercial, a la larga causó gran impacto en la cultura popular de la época, siendo una influencia incluso estética. A nivel puramente cinematográfico no hay gran cosa que decir. Es la típica historia de buenos contra malos, de los rebeldes (de color azul) contra el mundo opresor y dictatorial (de color rojo). Las connotaciones políticas y sus referencias veladas al comunismo (recordemos que estamos en pleno recrudecimiento de la guerra fría) son evidentes a poco que se interprete.


‘Juegos de Guerra’, la catástrofe posible.

‘Juegos de Guerra’ es sin duda la película más solida, más verosímil y mejor construida de las tres. De nuevo el fantasma de la guerra fría planea sobre el argumento, aunque desde un punto de vista pacifista. La informática ya no es algo etéreo y casi misterioso destinado a científicos de alto rango y genios como en ‘Tron’, sino que los estudiantes más «listillos» podían tener uno en su casa y además comunicarse con el exterior. Las primeras secuencias de David en su habitación, introduciendo esos disquettes enormes de 8 pulgadas en el lector y colocando el teléfono en el módem forman parte ya de la memoria colectiva de muchos de nosotros.

Como ya he comentado, el argumento es el más plausible. Un chico entra por error en un superordenador de la defensa de los Estados Unidos y provoca una guerra mundial. En la prensa de aquella época e incluso de años después hemos leído algún caso, no tan exagerado, con cierta similitud. Quien asesoró al director y al equipo hizo un buen trabajo, porque el resultado en la gran pantalla tiene detalles bastante creíbles incluso para un experto. Además, estupendo trabajo también de los actores.

‘Sueños Eléctricos’, la informática se hizo popular.

La película comienza con lo que era el sentimiento de la época, el zeitgeist de los prósperos primeros años ochenta. La sociedad occidental se tecnificaba rápidamente con microordenadores, calculadoras, relojes de pulsera que hablan, walkmans o terminales de venta conectados en red mientras el protagonista los contempla casi horrorizado. ‘Sueños Eléctricos’ es la aplicación de la estética pop ochentera, casi de anuncio publicitario, al mundo de una tecnología ya al alcance de cualquiera.

El guión y la forma de enfrentarse a la cosa de la informática es bastante irregular. Tiene momentos memorables, «rayadas» increíbles (que cada uno lo interprete como quiera), un homenaje a Philip K. Dick y secuencias de vergüenza ajena. El guión es algo (o muy) inconsistente y tiene muchísimos fallos. Casi podemos considerar a ‘Sueños Eléctricos’ como un conjunto de videoclips que apelan a la emoción del espectador más que a establecer un argumento racional. Aún así, es una película para recordar. Es la única de las tres que no había visto de pequeño. Y es que, a pesar de que su banda sonora es archiconocida (quién no ha escuchado alguna vez el Love is Love’ de Culture Club, compuesto para esta película) y es el principal atractivo de la cinta, no fue popular aquí en España. La copia que he conseguido es un ripeo de VHS y subtitulada.


26 de agosto de 2010

Los 100 mejores países del mundo según Newsweek

Cómo nos gustan las listas… El semanario norteamericano Newsweek ha publicado la lista con los 100 mejores países del mundo para vivir. Se han analizado parámetros clásicos como educación, economía, sanidad, solidez política, calidad de vida y algunos otros para elaborar un raking en el que España queda en el lugar 21º. Un buen puesto si tenemos en cuenta el lastre del desempleo y de la educación. ¿Qué hubiera ocurrido si en vez de tener aproximadamente un 20% de paro tuviéramos el 5%? Pues que viviríamos prácticamente en el paraíso terrenal. Pero vamos con los detalles.

La puntuación obtenida por nuestro país ha sido de 80,88 sobre 100. Finlandia, que para esto de las listas suele ser, junto con Canadá, Japón y el resto de nórdicos, los que copan los primeros puestos, ha sido la número uno. A destacar el dato de España sobre sanidad, ya que ocupamos el tercer puesto, sólo por detrás de Japón y Suiza y empatados con Suecia. En educación bajamos hasta el puesto 32º, en dinamismo económico el 19º y en situación política (medido por la ausencia de guerras, dictaduras o por la ratio de participación ciudadana en la vida política, entre otros) en el 21º. Rebuscando un poco más en los datos, para los que todavía piensan que somos un país inseguro, la tasa de criminalidad, medida en homicidios por cada 100.000 habitantes nos sitúa dentro de los primeros 10 puestos del mundo, por detrás de estados como, por ejemplo, Alemania, Suiza, Dinamarca o Suecia, con una tasa de 0,9.

Curioso es el dato referente a Cuba. Los datos obtenidos de este país caribeño, azotado por una dictadura dentro y por un embargo económico fuera, obtiene un meritorio puesto 50º, con un tiempo medio de escolarización equivalente al de Finlandia (más de 17 años) y superior al de España, siendo su posición en educación la 20º (España es la 32º), en sanidad la 29º y en calidad de vida la 32º del mundo (es la mejor dentro de los países intermedios, ni ricos ni pobres). Evidentemente uno de los lastres que arrastra a la isla hasta el puesto 50º es la situación política, que Newsweek coloca en el puesto 96º de 100.

En la página web de la revista pueden consultarse todos los datos mediante un interfaz curioso pero algo incómodo, pudiendo seleccionar los estados mediante grupos (Unión Europea, G-7, G-20, por continentes…) y también usar un comparador donde podremos enfrentar a dos estados en los diferentes parámetros recogidos en la lista. En definitiva, tanto Newsweek como otras listas suelen coincidir en situar a nuestro país en un rango que se sitúa siempre entre los 25 mejores del mundo. Sabemos de sobra cuales son nuestros puntos débiles y cuales los fuertes. Por eso algunos debería dejar de quejarse tanto y de mirar de reojo al vecino de al lado. Tenemos muchos defectos, eso es verdad, pero también hemos de apreciar nuestras virtudes, que son bastantes más. Sin patrioterismos baratos, pero tampoco con complejos de inferioridad.

21 de agosto de 2010

Publicidad clásica de televisores (1952-1967)

Como ya he dicho en muchas ocasiones, el mundo de la tecnología y de la electrónica de consumo es uno de los más cambiantes y donde los cambios se producen con mayor rapidez. Por eso siempre me gusta echar un vistazo a las hemerotecas y ojear la publicidad que llevaba los periódicos de hace cuarenta, cincuenta o sesenta años y darse cuenta no sólo del avance la tecnología, sino también de las técnicas publicitarias y, en general, de la sociedad a la que iba dirigida.

En esta ocasión se me ha ocurrido dedicar esta entrada a la publicidad en prensa sobre televisores. El mundo de los aparatos de televisión lleva unos seis o siete años sufriendo una revolución con la popularización de los paneles TFT, los LCD, los LED y los OLED. Al mismo tiempo, las emisiones en alta definición se van convirtiendo poco a poco en habituales. La última tecnología en llegar es la de la estereoscopía, y aún no sabemos si ha venido para quedarse o será una moda pasajera más. Es en esta coyuntura que no está de más echar la vista atrás y retrotraernos a los años sesenta, a esos anuncios de marcas que hoy ya no conocemos y que eran la tecnología punta en aquellos tiempos. Vamos a hacer un pequeño repaso.

Comenzamos en 1952. Curiosamente, este primer anuncio no es sobre televisores sino de galletas, pero es la primera referencia televisiva que he encontrado. Era prácticamente ciencia-ficción en una España en la que aún faltaban cuatro años para que TVE iniciara sus emisiones en pruebas. Decía: «Cuando tengamos televisión podremos presentar con imágenes vivas la intensidad del consumo de las Galletas María Artiach en la intimidad de los hogares españoles». Enodyne fue un fabricante de televisores hoy desconocido. En un anuncio de 1960 nos prometía ofrecer imágenes sin vibraciones en las películas, sin saber muy bien en qué consistían esas vibraciones ni cómo las solucionaba: «Enodyne lanza al mercado el primer televisor de imagen cinematográfica».

El segundo bloque lo forma este anuncio de Invicta (otra marca desaparecida) de 1962. Un prodigio de la tecnología de la época con pantalla «superplana» de 23 pulgadas y «superautomático», con un ángulo de visión de 110 grados y «equipado con pantalla tamizada VIDEORAMA». El anuncio de la derecha lo forma una curiosidad. Era 1963. El primer televisor portátil que se comercializó en España, o al menos así lo parecía. Era de la marca Visón y, aunque vista la tecnología de hoy, de portátil tenía poco, era meritorio conseguir un tamaño tan reducido.

Turmix nos suena más a batidoras que a televisores, pero en 1964 presentó Turmix Visión, una televisión que, como característica de reclamo, anunciaba que tenía «circuitos de plata», suponiendo que aquello era muy bueno, aunque un receptor de televisor no era una cubertería. Otra marca ignota era Inter, con su modelo Trilux, que contaba con la característica curiosa de tener pantallas intercambiables sin saber muy bien para qué. Por cierto, es un anunció también de 1964.

A finales de los sesenta, la estética y la semiótica de la publicidad cambió radicalmente hacia un estilo más fresco, más desenfadado y, por supuesto, innovador y rompedor con todo lo anterior. El punto de inflexión habría que buscarlo quizás en 1966, un año de transición que desembocó en una publicidad más moderna, casi tal y como hoy la conocemos. Este anuncio de televisores de 1967 no es más que un ejemplo más. General Electric anunciaba un televisor cuya pantalla llevaba un tratamiento antirreflejos. Y para terminar este breve periplo por esta publicidad añeja tenemos Sylvania, otra marca extraña que anuncia un aparato que dura (qué dirían los ideólogos de la obsolescencia planificada).

20 de agosto de 2010

La teoría del «valle extraño»

A veces las reacciones humanas cuando se enfrentan a la tecnología son de lo más curiosas. Tal vez uno de los más desconcertantes y también más estudiados en las últimas décadas sea el ha sido bautizado como «valle extraño», «valle inquietante» o «valle inexplicable» («uncanny valley» en inglés). Quien acuñó este concepto fue el robotista japonés Masahiro Mori en 1970. Lo hizo en alusión a una ya famosa gráfica que expresaba la familiaridad (o la aceptación) frente al parecido humano. Intuitivamente podríamos pensar que a mayor parecido humano del objeto o robot en cuestión, mayor familiaridad o confianza tenemos en él. Pero llegado un punto, ya cercano a la apariencia humana, en el que la familiaridad se desploma hasta índices más propios del terror o la desconfianza que de otra cosa. Si seguimos avanzando en el parecido humano, la familiaridad se dispara cuando nos encontramos con un humano real. En todos los casos, esta respuesta emocional se multiplica si el objeto es animado.

En realidad Mori no se basa en casos empíricos, sino en la pura intuición. Y creo que tiene razón. A pesar de ello sus críticos le han achacado esta falta de experimentación. Lo cierto es que todos nosotros podemos pensar en casos de robots con un conseguido parecido humano, incluso en sus movimientos, que nos provocan más rechazo que otra cosa. Yendo más allá, simplemente observando una máquina con movimientos «excesivamente humanos» (o animales) ya nos produce una extraña sensación. Recuerdo aquel vídeo de la «mula de carga» robótica –de nombre Big Dog— que había diseñado Boston Dynamics para el ejército norteamericano para transportar material por lugares escarpados. Era una especia de burra sin cabeza bastante siniestra.

Puede parecer una tontería, pero los diseñadores actuales de robots comerciales evitan que sus creaciones se parezcan o se comporten de manera demasiado humana. Es una carrera perdida, porque mediante la mecánica y la electrónica nunca se llegará a un nivel de apariencia cien por cien humano. Antes se conseguirá por métodos biotecnológicos. Por eso los robots tienen formas simpáticas, antropomorfas, pero que evitan copiarlos. Claro, salvo algunos experimentos que no hacen sino confirmar que Mori tenía razón. Y si no, ved estos vídeos:


Y para terminar, aquí está Big Dog en acción:

19 de agosto de 2010

I-Dosing, la última tontería de internet

Hace unos meses descubrí que uno podía drogarse sólo con escuchar determinados sonidos en una determinada frecuencia. ¡Gran descubrimiento! Una avalancha de noticias sobre el i-dosing (que así se llama la cosa) saltaron en múltiples medios (sobre todo de la órbita anglosajona) de internet, casi todos de corte sensacionalista y muchos de ellos (¿casualidad?) pertenencientes al entramado mediático del magnate Murdoch (News Corporation). Se ha creado en vano una alarma social sin base científica sobre los efectos reales de estos sonidos que «drogan» más allá de quedarse sordo si se pone a mucho volumen.

Es verdad que esto del i-dosing y crear estados alterados de conciencia mediante sonidos no es nada nuevo, pero están muy lejos de ser sustitutivo o puerta de entrada a las drogas «de verdad». Ya a mediados del siglo XIX, el físico prusiano Heinrich Wilhelm Dove descubrió las propiedades de suministrar sonidos con una frecuencia ligeramente diferente para cada uno de los oídos. El cerebro las procesa de modo peculiar. Se denominó «efecto de pulsos binaurales». Pero dista mucho de ser lo que algunos, como la web i-doser.com, dicen que es. Y es que han surgido algunos listillos que están haciéndose de oro a costa de la ignorancia de los jóvenes que buscan nuevas sensaciones sin moverse del sofá. También en YouTube pueden verse diferentes vídeos sobre algunos de estos individuos bajos los supuestos efectos de las «drogas digitales».

No existe mucha información en castellano sobre el tema, pero si sabéis inglés os recomiendo uno de los pocos artículos serios que se han escrito sobre el i-dosing. Fue publicado bajo el título de «Some call i-dosing a drug substitute, while others say binaural beats fall flat» («Algunos llaman al i-dosing un sustituto de las drogas, mientras otros dicen que los pulsos binaurales no tienen ningún efecto») por el Washington Post el pasado 3 de agosto. Aporta bastantes datos con criterio, algo muy necesario si queremos desentrañar de verdad otra de las mentiras y bulos de internet.

18 de agosto de 2010

Zamora en 1570 según Wyngaerde

El otro día me reencontré por obra y gracia de internet con el dibujo panorámico que de Zamora realizó el paisajista flamenco Anton van der Wyngaerde hacia el sexto decenio del siglo XVI. La primera vez que vi este emblemático grabado fue –si no recuerdo mal– en el Centro para la Interpretación de las Ciudades Medievales de Zamora hace ya algún tiempo. Los dibujos de Wyngaerde son muy populares, puesto que retrató 62 ciudades españolas por encargo del rey Felipe II, comenzando su trabajo en 1561. En parte gracias a este artista sabemos cómo eran muchas de nuestras urbes hace casi quinientos años, siendo un valioso documento para historiadores y curiosos. No me he podido resistir a dedicar un artículo a reflexionar en voz alta y compartir con vosotros algunas de las impresiones sobre esta panorámica.

El retrato de la ciudad fue realizado en el año 1570. Aunque es complicado establecer el lugar exacto de la vista –probablemente la perspectiva no se ajuste por completo a la realidad–, Wyngaerde debió colocarse con sus útiles de dibujo en las inmediaciones del actual campo de fútbol Ruta de la Plata o quizás más hacia el oeste. Podemos establecer esta localización si nos fijamos en el monasterio de San Jerónimo que aparece en un primer plano, justo delante del artista, que debió ver con mucho detalle, ya que dibujó a un personaje dando de comer a las gallinas en uno de los patios del recinto. Hoy apenas se conserva nada de este edificio, sólo algunas piedras y las marcas de los muros (ver imagen de la izquierda). El solar sigue sin edificar y tan sólo hay algunas naves industriales. A través de los mapas de Bing o de Google se pueden ver muy bien las ruinas. También podemos ver otros monasterios, como el de San Francisco (hoy convertido en la sede de la Fundación Rei Afonso-Henriques).

Otro de los elementos centrales del grabado es el puente de piedra con sus dos torres en sus extremos. Una de ellas parece estar en construcción. Si pasamos al otro lado del río nos atrae la atención la Catedral, perfectamente reconocible y aparentemente con pocos cambios respecto a como es en la actualidad. También la vieja Casa del Obispo, reformada en el siglo XVIII, y la puerta de entrada al recinto amurallado. El camino de acceso y toda la zona de las Peñas de Santa Marta está irreconocible y supongo que se trataba de un camino mal arreglado, quizás de tierra o piedras. Ese enorme terraplén servía de protección natural, al igual que la conocida como Peña Tajada. Justo al final (en lo que hoy son las primeras casas de la avenida de Vigo en dirección al puente de piedra –ver imagen a la izquierda–) la muralla descendía hasta el río, abriéndose una pequeña puerta, llamada de Santa Marta, para entrar en la ciudad.

El muro defensivo sigue bordeando el río a lo largo de toda la ciudad. No se adentra hasta llegar a lo que hoy conocemos como Puerta Nueva, en las inmediaciones de la iglesia de Santo Tomé, donde se conserva todavía buena parte de la muralla. Un detalle reconocible de la muralla en esta sección es la rampa de acceso al recinto desde el río y que aún se conserva (ver imagen de la izquierda). Según el dibujo de Wyngaerde, la plaza con soportales donde desembocaba (muy cerca de lo que hoy es la iglesia de La Horta y el colegio Jacinto Benavente) era destinada a la celebración de mercados.

Volviendo los ojos de nuevo al otro extremo nos encontramos con el castillo, otro de los edificios emblemáticos que son reconocibles en el dibujo. Vemos las dos torres que miran hacia la muralla y el Campo de la Verdad, de la que hoy se conserva una de ellas, aunque con las lógicas modificaciones. Lo mismo puede decirse de la torre principal. Adentrarse en el maremágnum de casas, torres, iglesias y plazas que el artista flamenco dibujó quizás sin mucha exactitud, puede ser una aventura casi imposible. La leyenda incluida para referenciar los edificios más destacables es a veces ilegible. A pesar de todo, con un poco de paciencia es posible reconocer muchos de los lugares de nuestra ciudad…



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