Es sorprendente lo poco que conocemos la historia de nuestros países vecinos, aquellos con los que compartimos quizás no cultura, pero si instituciones. Un país como Dinamarca nos es completamente ajeno más allá que los tópicos sobre Andersen, la Sirenita, las galletas o las bicicletas. Yo al menos no sabía que durante el siglo XIX mantuvieron un tira y afloja violento con el Imperio Alemán, sobre todo con Prusia. Fueron disputas territoriales donde se mezclaba el nacionalismo alocado y romántico de las autoridades y la ignorancia del pueblo llano.
‘1864’ es el título de la serie danesa –según se dice la más cara de la historia de ese país– que enseña a Europa y al mundo su versión de la Guerra de los Ducados, que aconteció aquel año. Producida por la Danmarks Radio (la tele y la radio públicas del país nórdico) y dirigida por Ole Bornedal, narra la historia de dos hermanos (Laust y Peter) que se alistan en el ejército danés en aquellos momentos turbulentos. A lo largo de ocho episodios que recorren su vida desde la niñez hasta la edad adulta, con especial atención a aquellas batallas épicas y a los horrores de la guerra decimonónica, a las heridas exteriores e interiores. Mucho más en este caso, donde los mandatarios enviaron a una muerte y a una derrota seguras a miles de daneses. Por otra parte, ‘1864’ también transcurre en la época actual. Una chica (Claudia) –hermana de un soldado danés fallecido en Iraq– condenada a realizar trabajos sociales con ancianos, es asignada a un viejo palacio, donde el último heredero de una estirpe de nobles espera la muerte en plena decadencia física y mental. Casualmente encuentra un diario escrito por una joven (Inge) que conoció a ambos y que será el hilo unificador de todos los episodios.
La vocación de superproducción de ‘1864’ pesa como un lastre en todos los momentos de la serie. Aunque la historia en sí está muy bien contada y el guión es bueno, su puesta en escena es algo acartonada, falsa y poco original. El trabajo del elenco de actores es correcto, sin grandes papeles. Tampoco el contenido de los capítulos es muy regular. Mientras que los tres primeros podían haberse resumido en uno, los centrales dedicados casi enteramente a la guerra, son en comparación demasiado «intensos». También con algunos pasajes memorables, como casi todos en los que aparecen los altos mandos prusianos, descritos con cierta ironía. También el toque sobrenatural encarnado en la figura del enigmático Johan es un punto a favor. En conclusión, una serie irregular en todos los aspectos, pero que por lo menos servirá para que aprendamos algo de historia sobre nuestros vecinos del norte de Europa. 6/10.
La primera vez que escuché que se iba a realizar una serie basada en la película ‘Fargo’ fui bastante escéptico y no me apetecía nada verla. No me parecía una buena idea. Pero el pasado jueves terminé de ver los diez episodios y tengo que rectificar: Me ha gustado. La producción de FX, MGM y otras, sobre la idea de los hermanos Cohen y con la dirección y los guiones de Noah Hawley cumple –y supera– con las altas expectativas que despertó en el momento de su anuncio. Quizás el acierto sea el no copiar a la película y elaborar su propia trama, sus propios personajes pero conservando el espíritu original. Esto es algo complicado, pero se ha conseguido.
La enmarañada y disparatada trama comienza en el momento en que Lester Nygaard (interpretado por un algo histriónico y sobreactuado Martin Freeman), un gris y apocado vendedor de seguros en un pequeño pueblo del medio oeste norteamericano se encuentra accidentalmente con un frío asesino, Lorne Malvo (genial Billy Bob Thornton y mi personaje favorito) con el que entabla una peculiar relación y se ofrece a quitar de en medio a personas molestas. A partir de aquí las cosas se complicarán hasta el absurdo…
‘Fargo’ es una serie de personajes. Todos sin excepción tienen mucha miga. Unos son estrambóticos, otros absurdos, otros simpáticos y otros –lo más difícil– perversos pero adorables. La historia es tan imprevisible que resulta complicado adivinar lo que ocurrirá en el siguiente episodio. En definitiva, una serie imprescindible. 8/10.
La BBC sigue siendo promotora de buenas series de televisión y de televisión en general. Hace años que suena a tópico pero ‘The Honourable Woman’ no hace más que confirmarlo. Como acostumbran los británicos, es una única temporada de pocos episodios –ocho en este caso– dirigidos por Hugo Blick y emitidos en la tele de las islas este pasado verano. Las producciones sobre espías y tramas políticas de actualidad siempre suelen dar buen resultados. Y esta no es una excepción.
Nessa Stein es una empresaria británica de origen judío que ha heredado el negocio de armamento de su padre. En un afán de promover la reconciliación entre israelíes y palestinos, reorienta el negocio hacia las nuevas tecnologías, construyendo una red de fibra óptica que conecte ambos territorios. Pero su socio palestino aparentemente se suicida, complicando el proyecto. Claramente hay unas fuerzas ocultas que se empeñan en que todo fracase. Esto y el hándicap personal de la protagonista, que oculta un secreto inconfesable, ocupan el centro de la compleja trama de la serie.
El guión, enrevesado, dosifica sus puntos de inflexión con inteligencia, de manera que aunque intuimos algunos detalles, hasta el final no lo conocemos a ciencia cierta. Es fácil morir en el intento de hacer de adivino. Los continuos giros provocan sorpresas en prácticamente todos los episodios. La tensión está perfectamente canalizada y soportada por Maggie Gyllenhaal –gran actriz– y en su contrapunto maquinador, socarrón y tranquilo: el espía del MI6 Sir Hugh Hayden-Hoyle –interpretado por Stephen Rea y que es mi personaje favorito–. Interesante. 7,5/10.
Acabo de terminar de ver las dos temporadas (26 episodios de una hora más o menos) de una de las series que han marcado la historia reciente de la televisión. Me refiero a ‘Orange is the New Black’, una producción estadounidense de Lionsgate para la plataforma Netflix. Una de las cosas interesantes es que está basada en la historia real que Piper Kerman vivió y que recogió en sus memorias ‘My Year in a Women’s Prison’ (2010).
Piper —Chapman en el personaje protagonista de la serie– es una joven de la clase media-alta de Nueva York. Ha dejado atrás un pasado algo turbio como traficante de droga. Diez años después es reclamada por la justicia para cumplir su pena de 15 meses en un correccional para mujeres. Pronto comprenderá el funcionamiento de ese peculiar microuniverso mientras ve como se difumina el mundo exterior. Además de enfrentarse con su pasado, deberá afrontar los retos de vivir encerrada con un puñado de desconocidas.
Uno de los aciertos de ‘Orange is the New Black’ es que evita a toda costa las lecciones de moralidad. Al contrario, expone sin reparos los defectos, los errores del pasado y del presente de todas las moradoras del lugar. Pero también sus virtudes. Nadie es bueno ni malo. Ni siquiera los guardias de la prisión están fuera del foco, ni de las miserias que parecen corromperlo todo. Hay momento en que parecen incluso más desgraciados… Luces y sombras.
No hay que olvidar que la serie no sería nada sin dos cosas: Primero, el excelente guión de Jenji Kohan, con sus sorpresas, sus tramas y sus giros. Y segundo, el buen trabajo de los actores. Todos están perfectos en sus papeles, en los que encajan con una perfección que uno piensa si no nacieron para interpretarlos. Un diez para el casting. Un gran ejemplo de cómo hacer una buena serie.
Reconozco que tengo debilidad por las historias en las que el tiempo transcurre y podemos ver como crecen, envejecen o cambian los ideales de sus protagonistas a la vez que su entorno. En este sentido los italianos son maestros. Quién no recuerda grandes obras como ‘La Famiglia’ o ‘Le Bal’, ambas de Ettore Scola o ‘Cinema Paradiso’ de Giuseppe Tornatore. Pero la madre de todas ellas es ‘Novecento’. La cinta de Bertolucci que está considerada como una de las cumbres de la cinematografía mundial. Quizás demasiado gratuitamente se ha comparado a ‘La Meglio Gioventù’ con un ‘Novecento’ de la segunda mitad del siglo XX.
Se trata de una serie producida por la RAI en dos episodios de tres horas cada uno en la que se narra la historia de una familia que vive los principales acontecimientos del país vecino de los últimos cincuenta años: Las Brigadas Rojas, la mafia o las revueltas estudiantiles. El foco se centra en tres hermanos: Matteo, un policía, Nicola, un médico psiquiatra y Francesca, una juez. En torno a ellos se desarrollan varias tramas que extienden sus ramas hasta casi nuestros días.
El realizador, Marco Tullio Giordana, consigue hacer que simpaticemos rápidamente con los personajes y sus aventuras vitales, verosímiles sobre todo en la primera parte, mucho más creíble que la segunda. El trabajo de los actores es excelente, y hace que la trama enganche. Pero es una lástima que ese formato de película de seis horas dividida en dos partes lastre un poco el resultado. Además, al contrario de lo que vimos en la excepcional ‘Heimat’, los personajes envejecen de manera falsa, poco creíble. Giordana consigue a medias su objetivo de contar de forma emotiva y cercana la historia de tres generaciones de italianos. En cualquier caso, una obra que merece ser vista.
Parecía necesario que la BBC enseñara los dientes a la ITV. Esta última lleva varias temporadas batiendo récords con el drama posteduardiano ‘Downton Abbey’. Aunque sólo fuera en un serial de pequeño formato, la cadena estatal de las islas tenía que presentar su experiencia y su buen hacer. Y eso fueron los cinco episodios de ‘Parade’s End’. El guión se basó en unas novelas de Ford Madox Ford que pasaron sin pena ni gloria en su momento.
La serie cuenta la historia de Christopher Tietjens –interpretado por el actor Benedict Cumberbatch–, un conservador tranquilo, amante de las tradiciones británicas y de mente brillante que trabaja como estadístico. Al contrario que él, su mujer Sylvia –se mete en el papel una estupenda Rebecca Hall— lleva una vida un tanto disoluta que Christopher soporta estoica y educadamente. Pero la primera guerra mundial y una joven llamada Valentine Wannop —Adelaide Clemens— cambiará las cosas.
Como en ‘Downton Abbey’, aquí encontramos modales exquisitos, lujo, guerra, perfecta puesta en escena vintage, pero tal vez menos encorsetados. Por contra, la adaptación de las novelas es algo más confusa, sin la solidez que cabría esperar. La ironía que se pretende en algunas situaciones está conseguida a medias, dando como resultado a veces situaciones algo extrañas y actuaciones como la de Clemens, roza el tópico y la sobreactuación. Probablemente lo mejor de la serie sea Rebecca Hall, con una imponente presencia en cada secuencia en la que aparece. La gran decepción es Cumberbatch, el excelente Sherlock Holmes, que aquí está bajo la alargada sombra de su compañera de reparto.
De todos modos, ‘Parade’s End’ es interesante para pasar un buen rato entre situaciones anodinas y buen acabado típicamente británico.
‘The Fall’ es el título de la última miniserie que he podido ver. Emitida originalmente en la BBC en 2013, consta de cinco episodios y está protagonizada por la conocida actriz norteamericana Gillian Anderson (la agente Dana Scully de ‘Expediente X’). En este caso, lejos de extraterrestres y fenómenos paranormales, deberá enfrentarse a un asesino en serie en la Belfast contemporánea. Interpreta a una policía comisionada desde los Estados Unidos para investigar los crímenes –lo que no deja muy bien la capacidad de la policía norirlandesa–.
Como siempre que nos ponemos frente a una serie de la BBC, la factura es impecable y el trabajo de los actores es bastante bueno, aunque quizás no tanto como en otras producciones de la cadena pública británica. Lo mismo puede decirse del guión. En los cuatro primeros episodios todo funciona, todo encaja sin problemas. Pero el desenlace me ha resultado decepcionante. Un último capítulo en el que el argumento se va deshilachando, deshaciendo y dejando cabos sueltos. Nos preguntamos qué pintan ciertos personajes de las tramas secundarias. Tampoco el hecho de desarrollarse en la conflictiva provincia del Úlster aporta nada, más allá del mero decorado.
No por esto ‘The Fall’ deja de ser una buena serie, pero le falta mucho para ser redonda, completamente acabada. Y es una pena, porque podría haberse conseguido…
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