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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
24 de septiembre de 2014

‘Orange is the New Black’

Acabo de terminar de ver las dos temporadas (26 episodios de una hora más o menos) de una de las series que han marcado la historia reciente de la televisión. Me refiero a ‘Orange is the New Black’, una producción estadounidense de Lionsgate para la plataforma Netflix. Una de las cosas interesantes es que está basada en la historia real que Piper Kerman vivió y que recogió en sus memorias ‘My Year in a Women’s Prison’ (2010).

PiperChapman en el personaje protagonista de la serie– es una joven de la clase media-alta de Nueva York. Ha dejado atrás un pasado algo turbio como traficante de droga. Diez años después es reclamada por la justicia para cumplir su pena de 15 meses en un correccional para mujeres. Pronto comprenderá el funcionamiento de ese peculiar microuniverso mientras ve como se difumina el mundo exterior. Además de enfrentarse con su pasado, deberá afrontar los retos de vivir encerrada con un puñado de desconocidas.

Uno de los aciertos de ‘Orange is the New Black’ es que evita a toda costa las lecciones de moralidad. Al contrario, expone sin reparos los defectos, los errores del pasado y del presente de todas las moradoras del lugar. Pero también sus virtudes. Nadie es bueno ni malo. Ni siquiera los guardias de la prisión están fuera del foco, ni de las miserias que parecen corromperlo todo. Hay momento en que parecen incluso más desgraciados… Luces y sombras.

No hay que olvidar que la serie no sería nada sin dos cosas: Primero, el excelente guión de Jenji Kohan, con sus sorpresas, sus tramas y sus giros. Y segundo, el buen trabajo de los actores. Todos están perfectos en sus papeles, en los que encajan con una perfección que uno piensa si no nacieron para interpretarlos. Un diez para el casting. Un gran ejemplo de cómo hacer una buena serie.

7 de septiembre de 2014

‘La Meglio Gioventù’

Reconozco que tengo debilidad por las historias en las que el tiempo transcurre y podemos ver como crecen, envejecen o cambian los ideales de sus protagonistas a la vez que su entorno. En este sentido los italianos son maestros. Quién no recuerda grandes obras como ‘La Famiglia’ o ‘Le Bal’, ambas de Ettore Scola o ‘Cinema Paradiso’ de Giuseppe Tornatore. Pero la madre de todas ellas es ‘Novecento’. La cinta de Bertolucci que está considerada como una de las cumbres de la cinematografía mundial. Quizás demasiado gratuitamente se ha comparado a ‘La Meglio Gioventù’ con un ‘Novecento’ de la segunda mitad del siglo XX.

Se trata de una serie producida por la RAI en dos episodios de tres horas cada uno en la que se narra la historia de una familia que vive los principales acontecimientos del país vecino de los últimos cincuenta años: Las Brigadas Rojas, la mafia o las revueltas estudiantiles. El foco se centra en tres hermanos: Matteo, un policía, Nicola, un médico psiquiatra y Francesca, una juez. En torno a ellos se desarrollan varias tramas que extienden sus ramas hasta casi nuestros días.

El realizador, Marco Tullio Giordana, consigue hacer que simpaticemos rápidamente con los personajes y sus aventuras vitales, verosímiles sobre todo en la primera parte, mucho más creíble que la segunda. El trabajo de los actores es excelente, y hace que la trama enganche. Pero es una lástima que ese formato de película de seis horas dividida en dos partes lastre un poco el resultado. Además, al contrario de lo que vimos en la excepcional ‘Heimat’, los personajes envejecen de manera falsa, poco creíble. Giordana consigue a medias su objetivo de contar de forma emotiva y cercana la historia de tres generaciones de italianos. En cualquier caso, una obra que merece ser vista.

22 de agosto de 2014

‘Parade’s End’

Parecía necesario que la BBC enseñara los dientes a la ITV. Esta última lleva varias temporadas batiendo récords con el drama posteduardiano ‘Downton Abbey’. Aunque sólo fuera en un serial de pequeño formato, la cadena estatal de las islas tenía que presentar su experiencia y su buen hacer. Y eso fueron los cinco episodios de ‘Parade’s End’. El guión se basó en unas novelas de Ford Madox Ford que pasaron sin pena ni gloria en su momento.

La serie cuenta la historia de Christopher Tietjens –interpretado por el actor Benedict Cumberbatch–, un conservador tranquilo, amante de las tradiciones británicas y de mente brillante que trabaja como estadístico. Al contrario que él, su mujer Sylvia –se mete en el papel una estupenda Rebecca Hall— lleva una vida un tanto disoluta que Christopher soporta estoica y educadamente. Pero la primera guerra mundial y una joven llamada Valentine WannopAdelaide Clemens— cambiará las cosas.

Como en ‘Downton Abbey’, aquí encontramos modales exquisitos, lujo, guerra, perfecta puesta en escena vintage, pero tal vez menos encorsetados. Por contra, la adaptación de las novelas es algo más confusa, sin la solidez que cabría esperar. La ironía que se pretende en algunas situaciones está conseguida a medias, dando como resultado a veces situaciones algo extrañas y actuaciones como la de Clemens, roza el tópico y la sobreactuación. Probablemente lo mejor de la serie sea Rebecca Hall, con una imponente presencia en cada secuencia en la que aparece. La gran decepción es Cumberbatch, el excelente Sherlock Holmes, que aquí está bajo la alargada sombra de su compañera de reparto.

De todos modos, ‘Parade’s End’ es interesante para pasar un buen rato entre situaciones anodinas y buen acabado típicamente británico.

11 de julio de 2014

‘The Fall’

‘The Fall’ es el título de la última miniserie que he podido ver. Emitida originalmente en la BBC en 2013, consta de cinco episodios y está protagonizada por la conocida actriz norteamericana Gillian Anderson (la agente Dana Scully de ‘Expediente X’). En este caso, lejos de extraterrestres y fenómenos paranormales, deberá enfrentarse a un asesino en serie en la Belfast contemporánea. Interpreta a una policía comisionada desde los Estados Unidos para investigar los crímenes –lo que no deja muy bien la capacidad de la policía norirlandesa–.

Como siempre que nos ponemos frente a una serie de la BBC, la factura es impecable y el trabajo de los actores es bastante bueno, aunque quizás no tanto como en otras producciones de la cadena pública británica. Lo mismo puede decirse del guión. En los cuatro primeros episodios todo funciona, todo encaja sin problemas. Pero el desenlace me ha resultado decepcionante. Un último capítulo en el que el argumento se va deshilachando, deshaciendo y dejando cabos sueltos. Nos preguntamos qué pintan ciertos personajes de las tramas secundarias. Tampoco el hecho de desarrollarse en la conflictiva provincia del Úlster aporta nada, más allá del mero decorado.

No por esto ‘The Fall’ deja de ser una buena serie, pero le falta mucho para ser redonda, completamente acabada. Y es una pena, porque podría haberse conseguido…

28 de mayo de 2014

‘The Americans’

‘The Americans’ no es precisamente una de esas series populares que todo el mundo tarde o temprano termina viendo. Tampoco es el mejor serial de mundo pero ofrece una visión diferente de una temática a priori tan manida como son los espías y la guerra fría. Y lo hace desde un punto de vista también bastante particular, la de una pareja de infiltrados rusos que desde hace décadas se hacen pasar por el perfecto matrimonio que vive en el típico barrio residencial en los Estados Unidos de la era Reagan.

Desconozco si este tipo de infiltrados mimetizados completamente con el paisanaje local está basado en personajes reales, pero lo cierto es que, en general, resulta bastante realista. Las piezas del guión de cada uno de los capítulos encajan con precisión y cumple su misión de proporcionar al espectador una dosis muy medida de tensión y de suspense, sin desaprovechar nada. A lo largo de las –hasta el momento– dos temporadas de 13 episodios cada uno, esta producción de Amblin y Fox, plantea un asunto de fondo más allá de las operaciones de inteligencia: El uso de la violencia y de otros actos ilegales para conseguir un bien superior y todos los dilemas morales que eso supone a quienes lo ejecutan, ya sean de uno u otro bando.

Tanto los actores protagonistas como los secundarios hacen un muy buen trabajo. A destacar la pareja de espías, Phillip y Elizabeth en sus nombres americanos, interpretados por Matthew Rhys y Keri Russell respectivamente. También la ambientación merece comentario. Desde el primer minuto es fácil imaginarse que uno está en 1981. Yo diría que hasta los rostros de los actores tienen «pinta de ochenteros». En definitiva, se trata de una sorpresa agradable, de esas que uno se encuentra de vez en cuando buceando por la red a la búsqueda de nuevas series que «echarse a los ojos».

31 de marzo de 2014

‘Downton Abbey’

La producción de la ITV ‘Downton Abbey’ es una de esas series que tienen el intencionado marchamo de «lo británico». Eso significa buenos actores, escenarios suntuosos, vestuarios espectaculares, modales victorianos y la hora del té. Eso es lo primero que pensé cuando me puse delante de la pantalla de la televisión para ver el primer episodio. Y justamente eso es lo que vi: Las aventuras y desventuras de una estirpe, la del Conde de Grantham, el Lord Robert Crawley y su familia, que vive apaciblemente aislados del mundo en una enorme mansión en medio de la campiña como desde hace siglos. Pero el siglo XX implicará cambios, muchos de ellos traumáticos. De hecho, el trasfondo y último tema que trata la serie es la del fin de una época y la dificultad que los próceres del viejo régimen –por entonces prácticamente feudal– tienen para adaptarse a los usos de vida contemporáneos.

En el primer plano encontramos multitud de tramas que se mezclan sabiamente, urdidas por el creador y guionista de ‘Downton Abbey’ Julian Fellowes (que es Barón y Lord, así que debe saber de lo que escribe). Es verdad que a veces las historias son un poco tramposas y encajan de aquella manera, pero es innegable que tienen la suficiente fuerza, tensión e ingenio como para resultar entretenidos y adictivos. Se echa de menos un poco más de conflicto entre clases, que es prácticamente inexistente, mostrando tanto a la clase alta como a la baja en una rara armonía algo irreal.

A nivel de producción, todo es apabullante. Se convirtió en la serie británica más cara de la historia, con un coste de unos dos millones de libras por capítulo. Esto desde luego no es garantía de calidad, pero en este caso lo es y con creces. Da la impresión de que cada penique se nota en la pantalla. La calidad y el nivel de detalle y de fastuosidad de todos y cada uno de los episodios es incontestable, tanto a nivel técnico como de reparto. La ambientación consigue que nos sumerjamos en esa época y nos olvidemos del presente. Quizá sea ese uno de sus principales cometidos, y de ahí su éxito.

8 de febrero de 2014

‘Girls’, el «mumblecore» hecho serie televisiva

La cadena de televisión estadounidense HBO es conocida por la calidad de sus series, y también por lo arriesgado y la calidad de algunas de sus propuestas. Recordamos las paranoias de Larry David en ‘Curb Your Enthusiasm’ (aquí titulado ‘El Show de Larry David’) o las fantasías medievales de ‘Juego de Tronos’. Hace no mucho me puse a ver ‘Girls’, una producción de la cadena de pago que cumple con esta máxima.

Es un gusto ver como todavía hay propuestas frescas y rompedoras que llegan del otro lado del Atlántico. Desde luego no todo son zombies, mafiosos ni profesores drogadictos. Se agradece una serie sobre la vida sin más. La vida cotidiana, que a veces ya es lo suficientemente extraña como para no tener que añadir nada más. El punto central de la serie es Hannah, una post-adolescente algo maniática y obsesiva que se traslada a Nueva York para intentar ser escritora, aunque sin demasiada fortuna. Sus padres, hartos de malacostumbrar a su hija, dejarán de sustentarla económicamente y es entonces cuando comenzarán los problemas por sobrevivir en Brooklyn junto a sus amigas. Se enfrentará a situaciones conmovedoras, raras, rocambolescas y delirantes.

Cada capítulo de media hora es una aventura completamente imprevisible, ingeniosa y muy bien construida. El trabajo de los actores, con la propia Hannah –la neoyorkina Lena Dunham, que además de interpretar, dirige, escribe los guiones y produce la serie– es excelente y le da a los relatos un aura de credibilidad muy de agradecer y se aleja de los estereotipos como del diablo. Pero lo que hay detrás de ‘Girls’ se puede definir con una sola palabra: Honestidad. Y es esa franqueza la que engancha por encima de todo.

Y es que el interesante cine independiente norteamericano de nuevo cuño –el famoso «mumblecore»— ha sido transportado con toda su fuerza y esencia a la pequeña pantalla. Y como remate, una excelente banda sonora en la que podemos escuchar a Vampire Weekend, Oasis o MGMT. En conclusión, una de las mejores producciones hechas para la televisión que he visto en bastante tiempo.



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