Aunque en esta legislatura no estamos asistiendo a demasiadas manifestaciones de colectivos que protestan contra el Gobierno (ya sea por una u otra razón), las que hay están teniendo cierta repercusión en los medios. La última fue la del pasado domingo en contra de ¿La reforma de la ley del aborto? ¿Del aborto en sí? No lo sé. Imagino que las dos cosas. No es cuestión de este post hablar sobre el aborto o si es conveniente que unos u otros se manifiesten. De esto ya hablé en su día y no voy a repetirme. Más allá de los motivos, me voy a centrar en el hecho de la manifestación en sí.
Estamos demasiado acostumbrados a las guerras de cifras sobre los asistentes a una u otra concentración ciudadana. No en vano se trata de una demostración de fuerza sobre un ideario. Escuchamos hablar de millones de manifestantes como si nada. Haciendo un cálculo muy sencillo, y suponiendo cuatro personas por metro cuadrado, alojar un millón de personas requeriría un área de 250 hectáreas (el espacio que ocupan unos 225 o 250 campos de fútbol). Vamos, un espacio inconcebible. A lo largo de los últimos años se han desarrollado algunos métodos de medición, unos más científicos que otros, pero en general al final había que aplicar el «ojo de buen cubero». El sistema más fiable hasta la fecha es el de tomar fotografías aéreas o simplemente elevadas desde varios puntos de la manifestación a la misma hora (la de máximo auge), dividir las zonas de asistencia según su densidad, medir esas áreas y aplicar la escala que va desde poco densa (una persona por metro cuadrado) hasta muy densa (cuatro personas por metro cuadrado) y multiplicar el área de cada zona por uno, dos, tres o cuatro según la densidad aproximada que vemos en las fotografías. Con herramientas como Google Maps cualquiera puede medir las áreas sin problemas de cualquier ciudad. Así calculan las cifras de asistencia en el blog de El Manifestómetro o en el diario El País, aunque con resultados dispares. Pero vamos a los datos concretos.
Según los cálculos de El País, la cifra de manifestantes que asistieron el pasado domingo fue de 265300, mientras que El Manifestómetro arrojaba una cifra que oscilaba entre 48530 y 72795 personas. Demasiada diferencia ¿No?. Mirando detenidamente los datos y la forma de medición, la conclusión a la que llego es que el cálculo de El País es muy teórica y en ningún caso se basa en fotografías concretas, sino en estimaciones. Pero quizás salgamos de dudas. En esta ocasión la agencia de noticias EFE ha contado con los servicios de Lynce. Lynce es la primera empresa en España que se dedica a la medición sistemática de asistencia a manifestaciones. Para ello utiliza un método en parte automatizado por software y en parte manual. En su página web han colgado precisamente hoy una explicación pormenorizadamente de cómo realizan el proceso de medición. Básicamente, se parte de fotografías aéreas y sobre el terreno, fotos que una aplicación analiza y aplica algoritmos de reconocimiento de formas (mediante puntos de comparación, contraste, color, etc) similar al que incorporan los programas que reconocen rostros, sonrisas o borran matrículas en Google Street View. Cada manifestante es identificado por un número. De esta forma se cuentan literalmente uno a uno los asistentes con un margen de error del 15%. El resultado: 55316 personas. Muy parecido a El Manifestómetro y su trabajo a pie de calle.
Para los escépticos por razones políticas, Telemadrid ofreció en sus informativos un pequeño reportaje sobre Lynce acerca de la medición de la manifestación del Orgullo Gay. Entonces sí eran fiables:
Es la segunda vez que leo un libro del autor japonés Haruki Murakami (el primero fue ‘La Caza del Carnero Salvaje’) y sigo imaginándome cada una de sus escenas y a cada uno de sus personajes como un cómic manga. No lo puedo evitar. No me pasa con otros novelistas japoneses como Yukio Mishima o Kenzaburō Ōe. Quizás sea lo visual de sus propuestas y sus descripciones o su concepción tecnológica y extraordinariamente moderna que nos ofrece. En esta ocasión, leer ‘After Dark’ me ha trasladado hasta un Tokio nocturno pero vivo como un animal que sólo dormita. Hasta unos protagonistas desarraigados, insatisfechos, solitarios a pesar de su juventud.
Mari es una joven de diecinueve años que lee un libro en una cafetería. Al llegar la medianoche conocerá a Takahashi, un joven músico de jazz que dedica las madrugadas a ensayar en un sótano cercano. Será éste quien la llevará hasta un love-hotel regentado por su amiga Kaoru. Allí serán testigos involuntarios de la agresión de un cliente a una prostituta china. Este agresor es Shirakawa, un hombre gris, un oficinista nocturno, metódico y obsesivo que ha sufrido un arrebato. Quizás fuera la noche. La noche también será oscura y tumultuosa para Eri, la hermosa hermana de Mari, quien duerme desde hace dos meses y sufre extrañas transmutaciones. ¿Sueños? ¿Realidad?
Si algo siembra Murakami en ‘After Dark’ es el desasosiego, los enigmas (sobre todo en relación a Eri y todos los fenómenos que la rodean) y las tramas sin solución. El lector no ha de buscar estas soluciones, sino «disfrutar de la experiencia» como si fuera un espectador privilegiado y omnisciente de todo lo que ocurre en una rara noche. No es casualidad que el autor haya ideado un narrador que alimenta nuestro voyeurismo inmiscuyéndose sin reparos en dormitorios oscuros o en oficinas solitarias. Murakami utiliza, como ya es habitual, el lenguaje de la calle, llano y muy directo, sin grandes alardes. Aunque la verdad es que siempre nos quedará la duda de si será cosa de la traducción. En todo caso, una novela notable, aunque de estructura algo peculiar.
A estas alturas del año ya se van perfilando aquellos grupos y discos que van a ser algo esta temporada. Ya he tenido unas cuantas «revelaciones nacionales» como La Bien Querida o Los Directivos. Ahora hemos de unir otra banda más. Son los sevillanos Lentejas los Viernes que debutan con un disco largo de título no menos quijotesco, pues su trabajo de debut se llama ‘Duelos y Quebrantos’ (Starsky Records, 2009). Estos chicos no son nuevos en esto. Su carrera maquetera es bastante larga. Empezaron en 1997 llamándose Lentils on Fridays. De aquella formación sólo queda Vicente, el «alma» del grupo.
Esta veteranía se nota, y mucho, en su sonido y en general en todos los aspectos de su música. Tal vez no sean la banda más fresca e innovadora del panorama indie nacional, pero ofrecen un pop asentado que nos recuerdan inevitablemente a Sr. Chinarro, Los Planetas, La Habitación Roja o incluso a formaciones de finales de los ochenta como La Granja. Buenas letras, referencias generacionales y la necesaria dosis de mala leche, ironía y descreimiento son algunas de sus principales bazas.
En ‘Duelos y Quebrantos’ reúnen algunos de sus temas maqueteros más brillantes y añaden alguno nuevo. Encontraremos piezas que sus seguidores conocerán bien como ‘Soplapollas en Utopía’, ‘Un burro en brazos’ (mis dos favoritas), ‘Mayea’ junto a otros de nueva factura como ‘Lo que tú digas’ (otra de mis favoritas). En total son doce cortes que gustarán sobre todo a los indies más veteranos porque les recordarán a los viejos ¿buenos? tiempos. Ahora os dejo con el primer videoclip que editan. Es de su tema ‘Volando’ y no es muy allá, tampoco es de mis temas preferidos. Qué pena que al final caigan en todos los tópicos visuales. En fin, en cualquier caso aquí lo tenéis:
Bajo el título de ‘Berlín año veinte’, El País Semanal, suplemento dominical del diario El País nos sorprendía ayer dedicando todo un número especial a la próxima conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. Los que tenemos más de treinta años recordamos nítidamente todo (o casi todo) lo que ocurrió aquella noche del 9 de noviembre de 1989. También recordamos las masivas huídas de alemanes orientales por las alambradas que separaban Hungría de Austria aquel verano. Y, por supuesto, el desmoronamiento del imperio soviético a lo largo de 1990 y 1991 que culminaron con el fin de la URSS tras el golpe de estado en agosto del 91.
En el número de ayer encontramos artículos, entrevistas y fotos sobre los hechos ocurridos en Berlín aquella noche. A destacar el particular análisis que Juan José Millás hace de la histórica fotografía de Gorbachov y Honecker durante el desfile militar del 40º aniversario de la RDA, que a la postre sería el epílogo de una república agonizante, el breve repaso de los hechos de la mano de Lluís Bassets (director adjunto de El País), el reportaje ‘Ascenso y Caída del Muro’ de Frederick Taylor (con estupendas fotos), la interesante visión de cómo era la Alemania del Este y cómo se vivió todo desde el otro lado a los ojos del escritor Thomas Brussig, quien ha nacido y crecido en la RDA. Y, por supuesto, las consabidas guías para turistas de Berlín oriental y de construcciones de vanguardia, donde muchos arquitectos han llevado a la práctica sus ideas más atrevidas.
Aún no he terminado de leerlo, pero seguramente lo haga pronto. Berlín es uno de mis destinos favoritos si tuviera que elegir un lugar cercano para hacer un viaje. Las razones son evidentes: forma parte esencial de la historia del siglo XX y ya es una de las ciudades de vanguardia del siglo XXI. ¿Qué más se puede pedir?
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de ver ‘Pagafantas’. Se ha convertido por méritos propios en la comedia española del año, al menos para mucha gente como yo que piensa que nuestras películas tienen demasiados tópicos (justos e injustos) que barrer. La película está dirigida por Borja Cobeaga y es su primer largometraje. Hasta la fecha había realizado algunos cortos como el genial ‘Éramos Pocos’, donde ya apuntaba maneras y comenzaba a construir ese universo del Bilbao urbano normal y corriente. Esa desmitificación de lo vasco que también ha hecho de ‘Vaya Semanita’ (programa del que también es responsable) un éxito más allá de Euskadi. No en vano se vale de algunos actores del espacio de humor de la ETB, como el protagonista interpretado por Gorka Otxoa o el impagable personaje del operario de limpieza. Pero también hay otros «viejos» conocidos del humor underground televisivo como Julián López o Ernesto Sevilla de ‘Muchachada Nui’. Con estos ingredientes era muy difícil que las cosas salieran mal.
Txema y Rubén son dos jóvenes bilbaínos algo solitarios y frikis. Txema conoce de la manera más estrafalaria a una chica de la que se enamora inmediatamente, pero ella sólo lo quiere como amigo. Por mucho que lo intente, las cosas no cambiarán… Mientras, la vida a su alrededor continúa…
‘Pagafantas’ es más allá de la comedia, una película sincera, honesta y la historia se desarrolla con una naturalidad extraordinaria. Y esa es precisamente una de las claves y algo muy difícil de conseguir. A esto tenemos que unir que los actores, a pesar de su juventud, tienen una larga experiencia en la comedia y su trabajo es notable. Cobeaga, como director y guionista, aporta muchos recursos ingeniosos como los pequeños clips documentales ¿búlgaros, rusos? sobre comportamiento animal aplicado a los humanos (memorable el del lémur) y los guiños a nuestra generación (esas referencias continuas a Bunbury). Si a todo esto le unimos que el metraje no supera la hora y cuarto, tenemos un film ágil, muy entretenido, con el que podremos echar unas risas y también reflexionar sobre las vueltas que da la vida. Encima, en la banda sonora tenemos a nuevas glorias indies del calibre de Los Punsetes o Manos de Topo. Para no perdérsela.
Aunque dentro del espectacular auge de las series de televisión, las sitcom no están en su mejor momento, lo cierto es que estamos asistiendo a una nueva generación, mucho más irreverente y original, de este tipo de programas. De la clásica sitcom de los ochenta, más convencional en su aspecto, hasta las más modernas como ‘The IT Crowd’, la evolución ha sido evidente. La última comedia de situación que estoy empezando a ver es ‘The Big Bang Theory’, una serie que explota hasta el límite el universo friki y nerd, con continuas referencias a la física, a la informática, a internet, a Star Wars y a todo ese submundo.
‘The Big Bang Theory’ es una producción de la cadena norteamericana CBS y su primera temporada fue emitida en 2007. Aquí en España, quien tiene los derechos es Antena 3, aunque no tengo ni idea de cuándo ni cómo se emite. Hasta la fecha, la serie lleva tres temporadas y se ha llevado este mismo año un par de premios Emmy. A grandes rasgos, cuenta las andanzas de dos genios superdotados, Sheldon y Leonard, que viven juntos. Su vecina, una chica de muy buen ver que es camarera, será el detonante de buena parte de las situaciones humorísticas. Es el necesario contrapunto «normal» ante el asfixiante panorama friki que la rodea. El reparto lo completan otros compañeros no menos frikis. Todos juntos componen una ensalada disparatada, fresca y original.
Hasta el momento sólo he podido ver los dos primeros episodios de la primera temporada y me he quedado con ganas de más. Supongo que eso es una buena señal. Por último, un pequeño apunte musical: la sintonía de la serie es de la banda indie norteamericana Barenaked Ladies.
Después de unas cuantas escuchas aún no sé cómo describir en palabras este disco. Me estoy refiriendo al último trabajo de Parade, el proyecto personal de Antonio Galvañ. Hasta la fecha siempre me había dado mucha pereza acercarme a los cinco álbumes que desde 1997 ha publicado, más por prejuicios tontos que por otra cosa. Y en realidad tampoco sé de dónde vienen estos prejuicios. Probablemente de un tema que venía en un recopilatorio de Spicnic y que odiaba. Hace mucho de eso y ahora son otros tiempos.
Había oído hablar muy bien de ‘La Fortaleza de la Soledad’ (Jabalina, 2009), lo nuevo de Parade, así que escucharlo era inevitable. Y me he llevado una sorpresa muy agradable. El disco lo forman quince temas de lo que se suele llamar «pop atemporal» para definir un estilo que se escapa a las etiquetas. Todas y cada una de las piezas pudieron haberse compuesto hace cuarenta, treinta, veinte o diez años. Galvañ siempre ha sido el culmen de la introversión y la sensibilidad. Han impregnado desde el principio todos sus temas. Ahora da una vuelta de tuerca para ofrecernos melodías e instrumentaciones mucho más soñadoras, como de opereta.
Musicalmente ahí están las influencias de, por ejemplo, Bowie, Flaming Lips, los Mercury Rev de ‘Deserter’s Songs’ o los Beatles del ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’. Junto a la música, las letras también me han parecido bastante interesantes con alusiones abundantes a la ciencia (escuchad ‘Stephen Hawking’), al cómic (el tema titular) y a un particularísimo universo que a mí me ha parecido algo victoriano (las andanzas de Don Ricardo en las varias entregas del serial ‘Rainbows Avenue’).
Definitivamente, cuanto más lo escucho, más me gusta y más fácil es adentrarse en el microcosmos intimista de Parade. ‘La Fortaleza de la Soledad’ es posiblemente uno de los discos nacionales del año. Y si no tiempo al tiempo.
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