Ayer terminé de ver ‘El Tiempo Entre Costuras’, la gran serie de Antena 3 para esta temporada, basada en el best-seller de María Dueñas. Para empezar decir que no he leído la novela, por lo que la consabida comparación entre lo escrito y lo llevado a la pantalla no puedo hacerla. No hay duda de que la cadena de Planeta ha echado el resto a la hora de poner el dinero de esta producción. Todo lo invertido se nota, desde las localizaciones hasta los detalles más pequeños. Todo el apartado técnico es muy superior a otras series nacionales de este calibre.
Pequeños fallos de ambientación aparte, es ese envoltorio fastuoso (fotografía, decorados, vestuario, música…) el que encandila a todo aquel que se acerca a su primer capítulo. Los directores Ignacio Mercero, Iñaki Peñafiel y Norberto López Amado han elaborado un sofisticado cuento de hadas, edulcorado y aséptico, digno de todos los públicos, que entretiene y engancha, y donde el riesgo no termina de ser del todo creíble. Especialmente en el último episodio, donde la trama roza el folletín barato.
El trabajo de los actores es desigual. Mientras Adriana Ugarte borda su papel protagonista, otros no están a la altura y hacen que sus personajes resulten poco creíbles y demasiado «teatrales» (por ser suave). Afortunadamente, el guión adaptado es lo suficientemente sólido y resultón –aunque tramposo– como para soportarlo casi todo y que, en el fondo, hagamos la vista gorda en favor del entretenimiento puro y duro.
En definitiva, una serie diseñada para hacernos escapar de la triste realidad cotidiana, de buena factura para lo que es una serie nacional y bastante entretenida. Nada más.
Hoy hace tres años que vi –y escribí sobre ello– por primera vez ‘Sherlock’, la serie de la BBC. Había sido emitida originalmente el verano del año anterior (2010), y la descubrí buscando información sobre las mejores series de la temporada. Por entonces ya fue calificada como una de las mejores producciones de ficción de la BBC en mucho tiempo. Y desde luego a mi también me lo pareció. Desde aquel día de enero, los que somos fans esperamos mucho y vemos poco. Los tres episodios por temporada saben a muy poco, pero tal vez sea eso lo que nos hace esperarla con tanto interés. En enero de 2012 se emitió la segunda temporada y –para no variar–, dos eneros después nos llega la tercera.
Este primer capítulo –de título ‘The Empty Hearse’— ha sido especialmente esperado por el final de la anterior, donde vemos a Sherlock Holmes como se arroja al vacío desde la azotea del Saint Bartholomew’s Hospital de Londres. Sabemos evidentemente que sigue vivo, pero no cómo demonios se las ha ingeniado para engañar a todos. El riesgo de defraudar a la afición es un riesgo que una serie como ‘Sherlock’ siempre ha esquivado. Encontrar una explicación convincente al simulacro de suicidio es quizás el reto más complejo a la que haya tenido que enfrentarse. Y lo cierto que los guionistas Mark Gatiss y Steven Moffat resuelven convincente e inteligentemente y sin trampas, firmando un episodio ingenioso, irónico, ágil y muy entretenido.
Como siempre, la realización es impecable y la trama perfecta. Puede que el capítulo hubiera dado un poco más de sí con un argumento central algo más profundo al margen de la reaparición de Sherlock Holmes, pero eso lo dejamos para los dos episodios siguientes…
Tal día como hoy, hace cincuenta años, se emitía por primera vez una de las series –¿La más?– longevas de la historia de la televisión que aún perdura. Años atrás escribí una entrada sobre ‘Doctor Who’ poco después de haber comenzado a ver la nueva etapa y coincidiendo con el 45º aniversario. Hoy puedo hablar con un poco más de conocimiento de causa sobre este fenómeno, que si bien no ha calado demasiado en nuestro país, mueve muchos fans y mucho dinero en todo el mundo. La prueba es que el doodle de Google desde ayer está dedicado a la serie, con un juego que nos recuerda a los 8 bits en el que tenemos que recuperar las letras del logo de la compañía, robadas por los daleks.
Pero mi intención era orientar este pequeño texto hacia mis impresiones personales. Lejos de ser una serie infantil –como mucho juvenil–, ‘Doctor Who’ tiene episodios con tramas endiabladamente complejas que muchas veces, sobre todo en las últimas temporadas, mantienen un hilo común. Posiblemente esa capacidad de mezclar tiempos pasados y futuros incluso dentro del mismo episodio sea una de las cosas más interesantes y que más me gustan. Por ejemplo, de la última temporada recuerdo ‘Hide’, en la que unos investigadores de lo paranormal investigan fenómenos extraños en un caserón, cuando estos tienen más que ver con el futuro que con el pasado. Y si hablamos de episodios favoritos, aunque no es fácil, me quedaría con ‘Blink’, los famosos «ángeles llorones» («weeping angels»), aliens camuflados de estatuas de ángeles que cobran vida en la oscuridad absoluta o cuando cerramos los ojos. Tampoco puedo olvidar el capítulo dedicado a Van Gogh, ‘Vincent and the Doctor’. Hay muchos más y si no los habéis descubierto, os lo recomiendo.
La última parte la quiero dedicar lo que los «whovianos» llaman –llamamos– la serie clásica. Es decir, las emisiones entre 1963 y 1989, en contraposición con la nueva, emitiéndose desde 2005. Pude hacerme con todos los episodios de esas 29 primeras temporadas. El trabajo de visionado es complicado, porque de la mayoría aún no hay subtítulos en castellano. Si algún distribuidor está interesado en editar en España la colección clásica, aquí hay ya un comprador.
Para terminar, al igual que hice en aquel primer post sobre ‘Doctor Who’, todas las cabeceras por orden cronológico en versión corregida y aumentada:
Hace un tiempo he terminado de ver la primera temporada de la serie de Televisión Española ‘Isabel’. Como sabréis, trata sobre la vida de la reina católica. Para ser concretos, esta primera entrega emitida durante 2012, se centra en la lucha por la sucesión del trono de Castilla entre Isabel y Juana «La Beltraneja». Las conspiraciones entre partidarios de unos y otros ocupan estos 13 episodios de unos 70 minutos cada uno.
Pero no se trata de una serie de acción. De hecho su punto débil son precisamente estas escenas, que además aportan poco o nada a la historia. ‘Isabel’ es un serial de salones, de personajes, de conspiraciones y, en definitiva, de interiores. Por eso el peso de los actores en el guión es muy fuerte. En mi opinión la mayoría del reparto sale bastante bien parado y los personajes son encarnados con credibilidad. En cuanto al trabajo de producción, a pesar de ser una serie de alto presupuesto, los decorados no están siempre a la altura y resultan demasiado artificiales. Lo mismo se puede decir de la propia textura de la imagen, en la que se ha obviado el aspecto cinematográfico, más orgánico, en favor de algo más «televisivo» y frío. Habrá gente que esto no le importe, pero muchas veces la diferencia entre una serie nacional y una extranjera está en estos detalles técnicos que aportan empaque y «calidad». También me cuesta creer que la Castilla del final de la Baja Edad Media fuera tan pulcra y ordenada en sus calles y ropajes. Sin embargo esto no es obstáculo para que la rigurosidad histórica de los hechos haya sido bastante cuidada.
En definitiva, una serie correcta, modesta y con limitaciones, pero con un guión bien construido y repleto de tramas interesantes que enganchan fácilmente al espectador y con un trabajo de los actores que está a la altura. Y de paso sirve para conocer un fragmento de la historia de España de manera amena. En la web de Televisión Española hay un micrositio donde pueden verse todos los capítulos así como información sobre la serie.
Las series británicas que salen fuera de sus fronteras suelen venir avaladas con el marchamo de la calidad. Permanece aún el memorable recuerdo de las dos minitemporadas de la excelente ‘Black Mirror’, un serial que todavía mucha gente sigue descubriendo y que ya es de culto para muchos de nosotros. Quizás intentando aprovechar su estela, Channel 4 ha producido y emitido ‘Utopia’. Seis entregas emitidas originalmente entre enero y febrero y que ha sido traída a España por Canal+.
La historia de ‘Utopia’ es la del enigmático manuscrito de una novela gráfica. Estos documentos esconden algo que puede cambiar el curso de la humanidad. Por eso es ansiado por una multinacional farmaceútica ultrapoderosa que comprará al gobierno y a los servicios secretos para alcanzar sus fines. En el otro lado, un grupo de «frikis» de las conspiraciones, la informática y los cómics que se verán involucrados casi sin querer en el asunto. A partir de aquí, las apariencias siempre engañan y nada es lo que parece…
El transcurso de la serie comienza con un par de episodios espectaculares, de estética colorista y siniestra a la vez, rompedora, sorprendente y con personajes tan estrafalarios como inolvidables. Memorables son, por ejemplo, los dos matones de poca monta pero gran sadismo que al grito de «Where’s Jessica Hyde?» cometen tropelías una tras otra, a cada cual más macabramente creativa. Un toque de la mencionada ‘Black Mirror’ y un poco del mejor Tarantino también para un arranque estupendo. A partir de aquí la tensión, la estética, las situaciones, los personajes… Todo decae y se enreda hasta el absurdo para languidecer en un último capítulo previsible, mal cerrado y, en conclusión, que desmerece mucho a ese inicio genial.
No hay duda de que la serie ‘Juego de Tronos’ (o ‘Game of Thrones’ en su versión original en inglés) es uno de los fenómenos televisivos del momento. Está basada en la serie de libros de «fantasía medieval» ‘Canción de Hielo y Fuego’ de George R. R. Martin. El estreno de su tercera temporada ha reavivado ese interés por el serial de la cadena de pago HBO. Más movido por la curiosidad que por otra cosa llevo algo más de una semana viendo los primeros episodios. Lo cierto es que la temática a priori no me interesa, pero eso no significa que no pueda gustarme. Y con esto es con lo que me he encontrado.
El planteamiento inicial es inteligente, puesto que no se ofrece ninguna explicación de cuál es el estado de la cuestión cuando la serie comienza. El espectador ha de ir averiguando por sí mismo quién es quién y qué lugar ocupa en el enorme tablero de ajedrez que parece el mundo de los Siete Reinos. Esto exige algo más que ser un televidente pasivo, lo que es interesante en sí mismo. Siete familias nobles y siete señores con un solo rey. Intrigas, sexo, violencia, guerras, traiciones y también amistad. Esos son los principales ingredientes que mezclados adecuadamente nunca fallan.
Como he comentado, el comienzo de la serie puede desanimar hasta al más interesado por la sensación de que no entendemos lo que sucede y que algo se nos escapa. Pero según avanza esa sensación va desapareciendo, cubriendo las lagunas de nuestro conocimiento con nuevos datos sobre las familias, su pasado y las relaciones entre ellos. Pero en el fondo no deja de ser una producción de corte clásico, con un tratamiento visual prácticamente perfecto pero en el fondo poco innovador. En el plano dramático, los actores son bastante buenos. Sobre este tema y, a título de curiosidad, decir que aunque se trata de una producción norteamericana, sólo dos de los protagonistas son estadounidenses. El resto son de nacionalidad británica, irlandesa, holandesa, danesa, alemana y española (Oona Chaplin, nieta de Geraldine Chaplin, en el papel de Talisa Maegyr). Otra curiosidad (o «frikada», según se mire) es que el idioma Dothraki es una lengua inventada para HBO por la Language Creation Society.
Para terminar os dejo con la cabecera de la serie, que me parece buenísima:
‘Heimat’ es una de las series alemanas más conocidas y seguidas. Aunque su primera etapa fue emitida en 1984, mantiene gran cantidad de fans sobre todo en Alemania y en su momento fue uno de los grandes fenómenos televisivos del país centroeuropeo. Podemos considerarla como una serie «de culto». Esta obra magna escrita y dirigida por Edgar Reitz, es en realidad un proyecto muy personal, una serie de autor.
A lo largo de sus once episodios se cuenta la historia de la familia Simon y la de su pueblo, Sabbach (comarca del Hunsrück), entre 1919 y 1982. Los avatares, aventuras y desventuras de cuatro generaciones que son cuatro generaciones de alemanes que vivieron la convulsa historia del siglo XX desde el fin de la primera guerra mundial hasta la guerra de las galaxias de Reagan. Junto a ellos, la evolución de las costumbres, de la tecnología (se presta especial atención a este aspecto) y, en definitiva, de la vida.
‘Heimat’ pasó desapercibida en España, y sólo fue emitida por TV3 en 1985 y por La 2 de TVE en 1989. Es lo que suele ocurrir con estas grandes series. Reitz entrega una serie de una calidad cinematográfica muy notable, con un guión prodigioso y un muy buen trabajo de los actores que aportan una vida especial a los personajes. Capítulo a capítulo se va tejiendo el laberíntico árbol genealógico de los habitantes del pueblo y sus evoluciones a lo largo de su existencia. Sin temor a ser grandilocuente, probablemente ‘Heimat’ sea uno de los mejores seriales realizados en la historia de la televisión. Así lo piensan al menos muchos críticos y profesionales del medio.
La serie tiene otras dos etapas, ‘Die Zweite Heimat’ (1992) y ‘Heimat 3’ (2000). Las últimas noticias es que en octubre de este año se estrenará un largometraje para televisión, ‘Die Andere Heimat’, donde se relatará el origen de la familia Simon en el siglo XIX.
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