Como ya sabréis, hoy se cumplen treinta años de uno de los hechos más graves de nuestra historia reciente. El golpe de estado del 23 de febrero ha dado, da y dará mucho que hablar. Con motivo de este aniversario llevo unos días repasando las tres grabaciones de radio que alguien colgó hace años en internet (el «Hora 25» de la Cadena SER de aquella noche, el «Diario Hablado» de RNE del día siguiente y otro archivo con varias grabaciones de la SER y RNE de la famosa «noche de los transistores»). Hasta hoy, que yo sepa, es la grabación original más completa que he podido escuchar sobre el tema. También he releído algunos pasajes de ‘Anatomía de un Instante’ de Javier Cercas. Lo último que he consultado es el especial que El País ha dedicado al aniversario, sobre todo las siete ediciones digitalizadas que fueron publicadas en aquellas angustiosas horas.
También creo que es una buena ocasión para relatar cómo fue la visita que hicimos al Congreso de los Diputados hace unos meses. Recordad que la cámara baja puede visitarse cualquier sábado por la mañana si la agenda no lo impide con solo presentar el DNI y tras una breve espera a la puerta. La veintena de visitantes que accedimos en aquel turno teníamos precisamente el 23-F en mente. Por eso nada más entrar en el hemiciclo nuestras miradas se dirigieron indefectiblemente al techo, a la búsqueda de uno de los 37 desconchones blancos que testimoniaban las ráfagas disparadas aquel día por los guardias civiles. Además entramos en el recinto por puerta izquierda, la misma por la que entró Tejero aquella tarde.
El guía fue quizás demasiado escueto en su relato, puesto que todo duró poco más de un cuarto de hora, incluyendo una espera de unos cinco minutos sentados en los sofás del salón de los Pasos Perdidos supongo que mientras comprobaban nuestros DNIs. De aquí pasamos a la sala del reloj, con una máquina única del siglo XIX que, además de dar la hora, indicaba gran cantidad de parámetros. Justo al lado, la salsa de la Constitución, donde se encuentra el ejemplar original firmado por el Rey en 1978. Y de aquí al lugar más esperado, el que siempre vemos por la televisión pero pocos hemos visto en vivo y en directo. Ya me imaginaba que en realidad el hemiciclo sería mucho más pequeño que como aparece en televisión, pero es que realmente es muy pequeño. Los pasillos para subir a los escaños son estrechísimos y los escalones altos. La balconada superior tampoco es mucho más. De hecho las cámaras de televisión se controlan desde hace tiempo por control remoto (aunque sorprendentemente nunca se ven en las retransmisiones) para liberar un espacio que parece bastante necesario. No me explico cómo, en los tiempos del 23F, podían meter esas enormes cámaras en un lugar tan angosto.
Pero lamentablemente la visita era muy restrictiva. En ningún momento pudimos hacer fotos o vídeos ni sentarnos en los escaños, a pesar de que éramos un grupo muy pequeño, ni se nos dejó curiosear demasiado. Cuando el relato del guía terminó, también se dio por finalizada la visita. En ese sentido, fue algo un poco frustrante. Desconozco si en la jornada de puertas abiertas del 6 y 7 de diciembre se es más permisivo…
Parece que a nivel legislativo la bici va ganando terreno al omnipresente y odioso automóvil, al menos en las ciudades. El otro día se comentaron algunos aspectos del nuevo Reglamento General de Circulación. Se dice que en pocos meses estaría listo un borrador. Estaremos atentos a esta norma en lo que respecta a la bicicleta. Pero ya se adelantaron algunas novedades que van a dar que hablar (espero que para bien). Por un lado lo más llamativo: los ciclos van a tener preferencia sobre los vehículos en vías urbanas con limitación de velocidad de 30 kilómetros por hora y, no menos importante, no será necesario el casco en estas vías, aunque lógicamente sí lo será en trayectos interurbanos y podrán circular por aceras que tengan una anchura superior a tres metros.
Aunque hasta donde se sabe, el nuevo reglamento no recogerá la posibilidad de restringir el tráfico en las ciudades mediante mecanismos como peajes, pero parece un buen primer paso para que el peatón y los vehículos sin motor recuperen unas ciudades que siempre fueron suyas y de paso quizás fomentar el uso de los transportes colectivos (sobre este asunto también hay mucho que hablar, pero quizás sea en otra ocasión).
Siempre suelo decir que la realidad dista mucho del modelo ideal que se trata de regular, y veremos si los conductores –muchos de ellos bastante poco respetuosos con ciclistas y peatones– interiorizan este nuevo escenario y no asistimos a una cadena de sucesos con ciclistas como víctimas. En cualquier caso habrá que esperar a que se publique el borrador del texto para opinar sobre su contenido.
El otro día en una gala que no ví porque sé cómo son estas cosas, se seleccionó entre los finalistas a quien representará a España en el próximo festival de la canción de Eurovisión que tendrá lugar en Düsseldorf el 14 de mayo. En la web sobre el concurso de RTVE he echado un vistazo a los vídeos con los temas que eran candidatos y sus intérpretes. Ha sido entonces cuando he echado de menos la metodología acertada de usar internet como plataforma para la candidatura. Lo digo porque todas y cada una de las canciones, incluida la que ha ganado, son patéticas, penosas, insulsas, previsibles, estúpidas y cualquier otro calificativo negativo que se os pueda ocurrir. Malas sin paliativos.
Al menos mientras duró el experimento internaútico se presentaban cosas originales. En 2008 vimos incluso a La Casa Azul a punto de conseguirlo, algo inaudito años antes (y por lo visto también después). Lo que está claro es que las penosas participaciones españolas en Eurovisión de los últimos años se les ha hecho justicia. Posiciones mediocres y bien merecidas en todas ellas. ¿Y este año? Visto lo visto, Lucía Pérez y la canción (argggg) ‘Que me quiten lo bailao’ puede batir todos los récords. ¿Para cuando algo que se salga un poco de los estándares? ¿Cuándo algo que no sea música puramente rutinaria? Me temo que hemos de esperar sentados.
En cualquier caso, el mundo está lleno de sorpresas y hasta que no llegue la hora de las votaciones el día 14 no sabremos nada, pero se ve venir… Para quien no haya visto el horror hecho canción, aquí tiene el clip del tema compuesto por Rafael Artesero que nos representará en Düsseldorf:
Existen en la actualidad un puñado de realizadores que no suelen defraudarme. Cada nueva película es una apuesta segura. Hasta ahora, el iraní Abbas Kiarostami había sido uno de ellos. Pero ya no. La culpa de ello la tiene ‘Copie Conforme’ (‘Copia Certificada’), una coproducción franco-italo-belga de 2010 que supone la primera incursión del cineasta fuera de su país y con una estrella del cine europeo de protagonista como es Juliette Binoche (quizás lo mejor de la película).
Aunque al principio uno pone toda su atención y su buena voluntad (llamémosle también confianza), a los veinte minutos ya es imposible no darse cuenta de que más que una obra de Kiarostami, parece que estamos ante una caricatura del cine intelectualoide (en el peor sentido de la palabra) europeo. Esto es, diálogos metafísicos y a veces ininteligibles sobre el paso del tiempo, las relaciones de pareja, etc. Vamos, como si fuera el producto de un Woody Allen sombrío y sin talento. Esto no es lo peor. El guión me parece, siendo benévolo, disperso y despista en más de una ocasión al espectador con sus giros de argumentación que al final son callejones sin salida. No existe un cierre de la narración como tal.
En definitiva, no reconozco al Kiarostami clásico, el de ‘¿Dónde Está la Casa de mi Amigo?’ o el de ‘El Sabor de las Cerezas’ en esta obra que parece destinada al gran público (con publirreportaje amable de la Toscana italiana de regalo –por supuesto, participa en la financiación de la película–) y donde el uso artificioso de tres idiomas (inglés, italiano y francés) le da un aire de cosmopolitismo barato. Una cinta prescindible, sobre todo para seguidores del (todavía) gran director iraní.
La semana pasada tuve la oportunidad de visitar Monsanto. Se trata de una aldea situada a unos 50 kilómetros de la frontera de Cáceres con Portugal. Su originalidad radica en que está encaramada en la ladera de un solitario monte granítico. Las edificaciones también están construidas de este mismo tipo de piedra y conviven con los peñascos que aparecen en medio de las calles del pueblo. Lo único que destaca en un paisaje tan monocromo son los tejados, de un vivo color rojo. En lo alto del monte pueden visitarse las ruinas de la ermita de San Miguel y las del castillo templario del siglo XII, una enorme construcción desde la que tenemos unas vistas impresionantes. Se la conoce popularmente como «la aldea más portuguesa de Portugal» y da fe de ello el gallo de plata que luce la torre del campanario de la iglesia de San Lucas.
En cuanto al vídeo que ahora os presento, es el resultado de unos quince minutos de grabación desde los lugares más interesantes visualmente hablando. Muchas de las secuencias han sido estabilizadas con Adobe After Effects. Se mezclan con otras en movimiento, al estilo de otros clips que pueden verse sobre Monsanto en internet. Y es que la mejor forma de reflejar la peculiaridad de Monsanto es precisamente recorriendo todas sus esquinas y callejones. Por supuesto, la mayoría del material se ha quedado fuera durante el montaje. Al final ha quedado un escueto clip de dos minutos de duración. Espero que sea de vuestro interés:
Sigo con mi particular búsqueda de la nitidez y la calidad de imagen en la fotografía. Uno de los factores determinantes para obtener una buena imagen, más allá incluso de la cámara, son los objetivos que utilicemos. Cierto es que hoy día cualquiera de los objetivos disponibles en el mercado nos va a dar una calidad más que aceptable. Pero también es verdad que las cámaras registran con más detalle y fidelidad la realidad, lo que supone que a más megapíxeles más se notarán los defectos de una lente y la pericia del fotógrafo. Junto con la nitidez, el viñeteo (zonas oscuras en las esquinas a distancias focales altas) y la aberración cromática (distorsiones del color en los extremos de la imagen) son dos de las «bestias negras» con las que hemos de lidiar.
Yo por mi parte sigo aprendiendo más y más cosas sobre los objetivos. Por ejemplo que los límites de la tecnología son claros: en objetivos de distancia focal variable, cuando más amplio sea el rango, más posibilidades tenemos de que se produzcan estos efectos indeseables, sobre todo cuando disparamos con distancias extremas. También que los estabilizadores ópticos suelen reducir la nitidez de la imagen al incorporar lentes de corrección. Por tanto, a más lentes (en términos generales) menos nitidez.
Otra de las conclusiones importantes es que el precio del objetivo no va necesariamente parejo a su calidad. Cierto que si nos vamos a la gama profesional, encontraremos grandes objetivos a precios prohibitivos para una economía media como la mía, pero también los hay asequibles que proporcionan muy buenos resultados. Todo es cuestión de leer opiniones y análisis o, si tenemos la posibilidad, probarlos nosotros mismos. Espero que estos humildes consejos os sirvan como a mí me han servido a la hora de elegir los mejores objetivos para nuestras cámaras y para nuestros bolsillos.
Como ya sabéis, el fenómeno OVNI siempre me ha interesado. Ya he escrito unas cuantas entradas sobre el tema. Pero, por supuesto siempre me acerco al asunto de un modo prudente, razonablemente escéptico y con todas las reservas posibles. Me parece muy interesante estudiar los casos, buscar posibles explicaciones racionales y, sobre todo, el fenómeno sociológico que esto supone y cómo, en general, el signo de los tiempos marcan los testimonios de los testigos.
El otro día por casualidad me encuentro con un artículo de Félix Ares de Blas en El Escéptico Digital donde desgrana sus experiencias y su relación de amor-odio con el mundo de la investigación de los OVNIs. Ares de Blas (Madrid, 1943) es Ingeniero en Telecomunicaciones y Doctor en Informática entre otras cosas. A finales de los años sesenta fundó varias organizaciones que perseguían la búsqueda de explicaciones racionales, o al menos ofrecer un acercamiento científico, al fenómeno OVNI. Desde los años ochenta, su militante radicalismo dentro del movimiento escéptico español, le llevó a granjearse muchas enemistades. Fundó la ARP, que es la principar organización escéptica nacional.
Aunque me parece sano acercarse a los fenómenos paranormales desde un punto de vista racional y científico, Ares de Blas se encerró cada vez más en una racionalidad poco transigente e hiriente con aquellos que no comulgaban con sus teorías. Aunque mi intención no es hablar de él. Si traigo aquí a este personaje es para contar el interesante experimento sobre los OVNIs que llevó a cabo en 1978 bajo el nombre de Proyecto Iván. Su objetivo era «fabricar» bajo un entorno controlado una oleada de avistamientos de objetos volantes, incluso con la colaboración de periodistas que insertaron noticias falsas en la prensa local de Guipúzcoa. Todo ello para demostrar la poca rigurosidad y la credulidad de los investigadores de aquella época, y de cómo los relatos de los testigos tenían poco que ver con la realidad. No porque mintieran, sino porque la experiencia vivida se «cocina» inconscientemente en el cerebro para añadirle detalles fantasiosos. Así es de creativo el ser humano.
Ahora bien, ¿Demuestra esto que todos los testimonios de avistamientos OVNI (sean lo que sean) son falsos o «cocinados»? En mi opinión sería una conclusión demasiado arriesgada. Otra cuestión es su naturaleza. En cualquier caso, conviene leer los artículos completos porque no deja de ser un punto de vista interesante y puede ser complementario a otros.
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