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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
31 de octubre de 2009

Probando Windows 7 bajo Parallels Desktop 4.0

He dedicado dos o tres días a trastear un poco con el nuevo sistema operativo de Microsoft. Me refiero, por supuesto, al recientemente lanzado Windows 7. De paso también he puesto a prueba la última versión de Parallels Desktop, la 4.0, bajo Mac OS X Snow Leopard. El ordenador sobre el que lo he instalado es mi MacBook (un Core 2 Duo a 2,2 GHz y 1,5 Gb de RAM). Lo que voy a contar no es un análisis minucioso sobre rendimientos, características y demás (para eso hay ya cientos de artículos), sino mis impresiones personales, muchas veces simples percepciones subjetivas, que no tienen por qué coincidir con las vuestras o con las que objetivamente salgan de un test más técnico.

Lo primero que sorprende, para bien, de Windows 7 es la rapidez con que se instala y lo cómodo de todo el proceso, incluso si es un sistema operativo huésped virtualizado. La configuración de la máquina virtual que utilicé fue: usar los dos núcleos del procesador, 800 Mb de RAM y un disco duro de 32 Gb. Con esto fue suficiente. Unas características bastante asequibles. Los datos que la instalación necesita los introducimos al final, y no son muchos (serial key, nombre de usuario, contraseña y poco más). El primer arranque de sistema es algo lento, cosa que no ocurrirá después. Microsoft se jacta, y con razón, de que Windows 7 tarda notablemente menos tiempo en cargar que su predecesor Windows Vista. En general, se nota que el 7 es mucho más ligero. Los ingenieros de la compañía de Redmond se lo han currado para «podar» al sistema operativo de todo aquello que lo hacía lento y pesado. La idea general, en el primer vistazo, es que es mucho más «práctico» a la hora de realizar las tareas cotidianas.

Pero también he encontrado unas cuantas pegas. El primero es que conserva la «filosofía Windows» de hacer las cosas. Es decir, los que ya llevamos un tiempo (aunque no sea mucho) con Mac nos damos cuenta de lo complicado que es cambiar, por ejemplo, configuraciones del sistema con Windows. En general, los pasos que hay que dar para realizar una tarea son bastantes más y más enrevesados que en Mac OS X. Windows 7 no es una excepción. Otro aspecto que no me ha gustado (sí, ya sé que las comparaciones son odiosas) es el plano estético. Windows Vista me parecía tirando a feo. Lo mismo digo de Windows 7, ya que hereda prácticamente todos sus elementos gráficos.

En definitiva, lo usuarios de PC tienen en Windows 7 un buen sistema operativo y un digno sucesor para Windows XP.

27 de octubre de 2009

GeoCities y Soitu.es: dos proyectos que cierran

No tienen nada que ver uno con el otro, pero han coincidido en el tiempo. GeoCities, la que en su día fue pionera en alojamiento gratuito de páginas web y Soitu.es, uno de los primeros diarios «dospuntoceristas» de información general y tendencias, echan el cerrojo. Los motivos de su cierre son bien distintos.

GeoCities ha sido a lo largo de finales de los noventa y primeros años del nuevo siglo toda una referencia en cuanto a gestión y evolución. Para la historia quedarán esos fondos grises, esos GIFs animados de colores chillones y esa Times New Roman. Hoy todos esos diseños se han quedado obsoletos y muy superados por las nuevas herramientas de desarrollo que existen a lo largo y ancho de internet. Quizás por eso Yahoo!, propietaria de esta comunidad de webs desde 2000, ha decidido clausurarla. Desde ayer día 26 forma parte de la todavía corta historia de la red. He de reconocer que, aunque jamás tuve una página en GeoCities, si he entrado en muchas de ellas. Por lo tanto han cumplido su función. Pero siempre lo vi como un servicio cutre que alojaba webs feas, llenas de banners de publicidad y otras triquiñuelas que no me gustaban nada de nada.

El cierre de Soitu.es sí que me ha pillado más por sorpresa. No me lo esperaba para nada. Es verdad que últimamente no se actualizaba demasiado, pero lo achaqué quizás a un pequeño parón. Se puede decir que la crisis acabó con Soitu. En su último artículo titulado «Hasta la vista y gracias» desgranan algunas de las razones que los obligan a decir adiós. Es una auténtica pena. En los últimos meses me había aficionado a los blogs de algunos magníficos colaboradores, como ‘Tipos Infames’, del que hablaba no hace mucho por aquí, o ‘Hartos del Coche’, donde se seguían las diferentes iniciativas que se tomaban en todo el mundo sobre transporte colectivo y alternativo al automóvil. También es justo decir que otros artículos de otros blogs eran infumables, pero no se trata ahora de hacer leña del árbol caído. Sólo me queda esperar que en un futuro no muy lejano, Gumersindo Lafuente, el artífice de Soitu, emprenda nuevos proyectos bien con la misma o con otra cabecera. Él se merece tener éxito. Necesito una web como ésta para cubrir el hueco que dejará en la barra de favoritos de mi navegador…

26 de octubre de 2009

Más allá del Terabyte

En 1981, el primer IBM PC contaba como opción con un disco duro de 20 Mb, una cantidad de información enorme para unos tiempos en los que el sistema operativo (el famoso MS-DOS) ocupaba decenas (quizás algún centenar) de Kilobytes, nadie manejaba imágenes de calidad fotográfica por ordenador y mucho menos clips de audio o vídeo. Entonces 20 Mb eran más que suficientes para cumplir con las exigencias de cualquier usuario, incluso el más profesional. Hoy, en 20 Mb podemos guardar un clip de vídeo de no demasiada duración, tres o cuatro canciones o varias fotos de las que sacan cualquier cámara digital de hoy día.

A lo largo de las últimas dos décadas hemos asistido a un crecimiento exponencial de los tamaños de los dispositivos de almacenamiento que llevan los ordenadores que manejamos cotidianamente. Primero se quedaron cortos los Megas y, en la segunda mitad de los noventa surgieron los primeros discos duros de 1 Gigabyte, una barrera a la que nunca pensamos que llegaríamos. Después vendrían los «ripeos» de DVDs y con ello, el Giga se quedó pequeño. El reinado del Giga terminó hace no mucho tiempo. Hace cosa de dos años o así los fabricantes lanzaron los primeros discos de 1 Terabyte. Giga y Tera están separados aproximadamente por una década. ¿Necesitaremos dentro de otros diez años dar un nuevo salto hacia el siguiente escalón?

Por curiosidad he estado echando un vistazo a las unidades de almacenamiento según el Sistema Métrico Internacional. Todos sabemos que más allá del Gigabyte está el Pettabyte (Pb) (o Petabyte con una «t», no está claro todavía), que son 1.000 Gb. Y todavía más allá encontramos el Hexabyte (Hb), que equivalen a 1.000.000 de Gb. Los siguientes escalones, que casi nos suenan a ciencia-ficción, son el Zettabyte (Zb) (1.000.000.000 Gb) y el Yottabyte (Yb) (1.000.000.000.000 Gb), que de momento es lo último que ha contemplado el estándar definido en 1991… ¿Llegaremos a ver con nuestros ojitos estas cantidades de información tan gigantescas o se estancará en algún punto?

22 de octubre de 2009

Ojo de Lynce

Aunque en esta legislatura no estamos asistiendo a demasiadas manifestaciones de colectivos que protestan contra el Gobierno (ya sea por una u otra razón), las que hay están teniendo cierta repercusión en los medios. La última fue la del pasado domingo en contra de ¿La reforma de la ley del aborto? ¿Del aborto en sí? No lo sé. Imagino que las dos cosas. No es cuestión de este post hablar sobre el aborto o si es conveniente que unos u otros se manifiesten. De esto ya hablé en su día y no voy a repetirme. Más allá de los motivos, me voy a centrar en el hecho de la manifestación en sí.

Estamos demasiado acostumbrados a las guerras de cifras sobre los asistentes a una u otra concentración ciudadana. No en vano se trata de una demostración de fuerza sobre un ideario. Escuchamos hablar de millones de manifestantes como si nada. Haciendo un cálculo muy sencillo, y suponiendo cuatro personas por metro cuadrado, alojar un millón de personas requeriría un área de 250 hectáreas (el espacio que ocupan unos 225 o 250 campos de fútbol). Vamos, un espacio inconcebible. A lo largo de los últimos años se han desarrollado algunos métodos de medición, unos más científicos que otros, pero en general al final había que aplicar el «ojo de buen cubero». El sistema más fiable hasta la fecha es el de tomar fotografías aéreas o simplemente elevadas desde varios puntos de la manifestación a la misma hora (la de máximo auge), dividir las zonas de asistencia según su densidad, medir esas áreas y aplicar la escala que va desde poco densa (una persona por metro cuadrado) hasta muy densa (cuatro personas por metro cuadrado) y multiplicar el área de cada zona por uno, dos, tres o cuatro según la densidad aproximada que vemos en las fotografías. Con herramientas como Google Maps cualquiera puede medir las áreas sin problemas de cualquier ciudad. Así calculan las cifras de asistencia en el blog de El Manifestómetro o en el diario El País, aunque con resultados dispares. Pero vamos a los datos concretos.

Según los cálculos de El País, la cifra de manifestantes que asistieron el pasado domingo fue de 265300, mientras que El Manifestómetro arrojaba una cifra que oscilaba entre 48530 y 72795 personas. Demasiada diferencia ¿No?. Mirando detenidamente los datos y la forma de medición, la conclusión a la que llego es que el cálculo de El País es muy teórica y en ningún caso se basa en fotografías concretas, sino en estimaciones. Pero quizás salgamos de dudas. En esta ocasión la agencia de noticias EFE ha contado con los servicios de Lynce. Lynce es la primera empresa en España que se dedica a la medición sistemática de asistencia a manifestaciones. Para ello utiliza un método en parte automatizado por software y en parte manual. En su página web han colgado precisamente hoy una explicación pormenorizadamente de cómo realizan el proceso de medición. Básicamente, se parte de fotografías aéreas y sobre el terreno, fotos que una aplicación analiza y aplica algoritmos de reconocimiento de formas (mediante puntos de comparación, contraste, color, etc) similar al que incorporan los programas que reconocen rostros, sonrisas o borran matrículas en Google Street View. Cada manifestante es identificado por un número. De esta forma se cuentan literalmente uno a uno los asistentes con un margen de error del 15%. El resultado: 55316 personas. Muy parecido a El Manifestómetro y su trabajo a pie de calle.

Para los escépticos por razones políticas, Telemadrid ofreció en sus informativos un pequeño reportaje sobre Lynce acerca de la medición de la manifestación del Orgullo Gay. Entonces sí eran fiables:

21 de octubre de 2009

‘After Dark’

Es la segunda vez que leo un libro del autor japonés Haruki Murakami (el primero fue ‘La Caza del Carnero Salvaje’) y sigo imaginándome cada una de sus escenas y a cada uno de sus personajes como un cómic manga. No lo puedo evitar. No me pasa con otros novelistas japoneses como Yukio Mishima o Kenzaburō Ōe. Quizás sea lo visual de sus propuestas y sus descripciones o su concepción tecnológica y extraordinariamente moderna que nos ofrece. En esta ocasión, leer ‘After Dark’ me ha trasladado hasta un Tokio nocturno pero vivo como un animal que sólo dormita. Hasta unos protagonistas desarraigados, insatisfechos, solitarios a pesar de su juventud.

Mari es una joven de diecinueve años que lee un libro en una cafetería. Al llegar la medianoche conocerá a Takahashi, un joven músico de jazz que dedica las madrugadas a ensayar en un sótano cercano. Será éste quien la llevará hasta un love-hotel regentado por su amiga Kaoru. Allí serán testigos involuntarios de la agresión de un cliente a una prostituta china. Este agresor es Shirakawa, un hombre gris, un oficinista nocturno, metódico y obsesivo que ha sufrido un arrebato. Quizás fuera la noche. La noche también será oscura y tumultuosa para Eri, la hermosa hermana de Mari, quien duerme desde hace dos meses y sufre extrañas transmutaciones. ¿Sueños? ¿Realidad?

Si algo siembra Murakami en ‘After Dark’ es el desasosiego, los enigmas (sobre todo en relación a Eri y todos los fenómenos que la rodean) y las tramas sin solución. El lector no ha de buscar estas soluciones, sino «disfrutar de la experiencia» como si fuera un espectador privilegiado y omnisciente de todo lo que ocurre en una rara noche. No es casualidad que el autor haya ideado un narrador que alimenta nuestro voyeurismo inmiscuyéndose sin reparos en dormitorios oscuros o en oficinas solitarias. Murakami utiliza, como ya es habitual, el lenguaje de la calle, llano y muy directo, sin grandes alardes. Aunque la verdad es que siempre nos quedará la duda de si será cosa de la traducción. En todo caso, una novela notable, aunque de estructura algo peculiar.

20 de octubre de 2009

Lentejas los Viernes

A estas alturas del año ya se van perfilando aquellos grupos y discos que van a ser algo esta temporada. Ya he tenido unas cuantas «revelaciones nacionales» como La Bien Querida o Los Directivos. Ahora hemos de unir otra banda más. Son los sevillanos Lentejas los Viernes que debutan con un disco largo de título no menos quijotesco, pues su trabajo de debut se llama ‘Duelos y Quebrantos’ (Starsky Records, 2009). Estos chicos no son nuevos en esto. Su carrera maquetera es bastante larga. Empezaron en 1997 llamándose Lentils on Fridays. De aquella formación sólo queda Vicente, el «alma» del grupo.

Esta veteranía se nota, y mucho, en su sonido y en general en todos los aspectos de su música. Tal vez no sean la banda más fresca e innovadora del panorama indie nacional, pero ofrecen un pop asentado que nos recuerdan inevitablemente a Sr. Chinarro, Los Planetas, La Habitación Roja o incluso a formaciones de finales de los ochenta como La Granja. Buenas letras, referencias generacionales y la necesaria dosis de mala leche, ironía y descreimiento son algunas de sus principales bazas.

En ‘Duelos y Quebrantos’ reúnen algunos de sus temas maqueteros más brillantes y añaden alguno nuevo. Encontraremos piezas que sus seguidores conocerán bien como ‘Soplapollas en Utopía’, ‘Un burro en brazos’ (mis dos favoritas), ‘Mayea’ junto a otros de nueva factura como ‘Lo que tú digas’ (otra de mis favoritas). En total son doce cortes que gustarán sobre todo a los indies más veteranos porque les recordarán a los viejos ¿buenos? tiempos. Ahora os dejo con el primer videoclip que editan. Es de su tema ‘Volando’ y no es muy allá, tampoco es de mis temas preferidos. Qué pena que al final caigan en todos los tópicos visuales. En fin, en cualquier caso aquí lo tenéis:

19 de octubre de 2009

Veinte años de la caída del muro de Berlín en El País Semanal

Bajo el título de ‘Berlín año veinte’, El País Semanal, suplemento dominical del diario El País nos sorprendía ayer dedicando todo un número especial a la próxima conmemoración del vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. Los que tenemos más de treinta años recordamos nítidamente todo (o casi todo) lo que ocurrió aquella noche del 9 de noviembre de 1989. También recordamos las masivas huídas de alemanes orientales por las alambradas que separaban Hungría de Austria aquel verano. Y, por supuesto, el desmoronamiento del imperio soviético a lo largo de 1990 y 1991 que culminaron con el fin de la URSS tras el golpe de estado en agosto del 91.

En el número de ayer encontramos artículos, entrevistas y fotos sobre los hechos ocurridos en Berlín aquella noche. A destacar el particular análisis que Juan José Millás hace de la histórica fotografía de Gorbachov y Honecker durante el desfile militar del 40º aniversario de la RDA, que a la postre sería el epílogo de una república agonizante, el breve repaso de los hechos de la mano de Lluís Bassets (director adjunto de El País), el reportaje ‘Ascenso y Caída del Muro’ de Frederick Taylor (con estupendas fotos), la interesante visión de cómo era la Alemania del Este y cómo se vivió todo desde el otro lado a los ojos del escritor Thomas Brussig, quien ha nacido y crecido en la RDA. Y, por supuesto, las consabidas guías para turistas de Berlín oriental y de construcciones de vanguardia, donde muchos arquitectos han llevado a la práctica sus ideas más atrevidas.

Aún no he terminado de leerlo, pero seguramente lo haga pronto. Berlín es uno de mis destinos favoritos si tuviera que elegir un lugar cercano para hacer un viaje. Las razones son evidentes: forma parte esencial de la historia del siglo XX y ya es una de las ciudades de vanguardia del siglo XXI. ¿Qué más se puede pedir?



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