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La bitácora personal de Ricardo Martín
Comentando cosas desde 2004
23 de abril de 2014

‘Rocío’, la censura aún existe

La semana pasada tuve la ocasión de ver ‘Rocío’, un documental de 1980 sobre el fenómeno de la romería religiosa de El Rocío. No se trata de un trabajo cualquiera. Supuso el fin de la carrera de su director, Fernando Ruiz Vergara, y el secuestro judicial de la cinta por varios tribunales, entre ellos la Sala Segunda del Tribunal Supremo, quien dictó sentencia en 1985. Desde entonces, las contadas emisiones de ‘Rocío’ son de versiones censuradas, sin los 13 minutos que completaban los 80 originales. La copia que vi es la que hay colgada en YouTube y que se corresponde con la grabación emitida en La 2 hacia 1990. Hace no mucho tiempo, con motivo del estreno de un documental sobre ‘Rocío’ –‘El Caso Rocío’– se organizaron proyecciones de la película completa más allá de nuestras fronteras, en Portugal.

Pero ¿Qué contienen esos minutos prohibidos? Básicamente el testimonio de un almonteño (vecino de Almonte, la localidad onubense donde se halla la Virgen del Rocío) que culpaba Jose María Reales Carrasco, alcalde de Almonte antes de la II República, de la represión brutal y de los asesinatos que tuvieron lugar en el entorno de El Rocío en los albores de la guerra civil. Muchos de ellos aparecen en el documento con fotografía, nombre, apellidos y el mote por el que se conocía. En total fueron 100. Los hedereros de Reales Carrasco interpusieron una denuncia por injurias y por ultraje y escarnio a la religión católica. Las sentencias se fueron sucediendo entre 1981 y 1984, prohibiéndose progresivamente en las provincias andaluzas primero y el todo el territorio español después.

Ruiz Vergara tocó en ‘Rocío’ dos de los temas que en la época de la transición y aún hoy son intocables: Religión y política. Y pagó por ello un alto precio. Se explica, por ejemplo, cómo la religión sirvió durante siglos para controlar a la población y mantener los privilegios de los poderosos a costa de la ignorancia del pueblo llano. Una estrategia organizada por la Iglesia escondiendo figuras de madera en los lugares más «rebeldes» para que después los campesinos las encontraran. Al margen de todo esto, la película cuenta con una calidad plástica innegable, retratando muchas de sus secuencias sin palabras, solo con los gritos de los romeros y los llantos de los niños pequeños, hasta componer un retrato de la irracionalidad humana convenientemente dirigida y fomentada por los estamentos políticos y religiosos.

Ojalá podamos verla algún día completa. Eso será síntoma de vivir en un país que verdaderamente ha dejado atrás los fantasmas del pasado que aún en 2014 no se han superado.

24 de febrero de 2014

‘Operación Palace’, la imaginación televisiva al poder

Al igual que mucha otra gente, ayer por la noche estaba expectante frente al televisor para ver el reportaje que Jordi Évole, al margen de ‘Salvados’, había ideado sobre el golpe de estado del 23F. Prometía ofrecer novedades que harían tambalear la historia oficial. Y efectivamente, así fue. Évole hizo tambalear la historia de la televisión en España y de las redes sociales, especialmente Twitter. Porque lo que realmente se ofreció fue un magistral falso documental acerca del supuesto montaje que supuso la entrada de Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados aquella tarde de 1981. Según esta ficción, todo fue urdido por las fuerzas políticas e institucionales para reforzar la figura deteriorada del Rey y, en general, de la joven democracia española.

Nada más comenzar la emisión comencé a sospechar. Y no lo digo por decir, hay testigos de ello. Fundamentalmente fueron tres las cosas que me «chirriaron»:

La primera, el hecho de que todo el asunto se destapara a partir de la desclasificación de unos documentos de la CIA norteamericana, donde se explica toda la operación. Un evento de tal calibre que, en el momento en que se hubiera producido, habría sido un bombazo informativo que llevaría a la primera plana de todos los medios informativos nacionales e incluso internacionales. Evidentemente esto no fue así.

La segunda. ¿A quién se le ocurriría contratar a un director de cine para plantear una operación que es, en todo caso, misión de los servicios de información y del ejército? No es lo mismo contratar a Stanley Kubrick para filmar el falso alunizaje del Apollo 11 –entiendo que es un guiño al documental ficticio ‘El Lado Oscuro de la Luna’, que ya vi y comenté por aquí hace años– que a José Luis Garci para una operación política de esa envergadura y trascendencia.

Y tercero. Todos los políticos entrevistados que aparecen en ‘Operación Palace’ están retirados de sus cargos y siempre estuvieron en un segundo nivel. Quizás Felipe González o Alfonso Guerra le habrían dado otro lustre a la historia. Por cierto, dos de los entrevistados son personajes ficticios y ambos representan a servicios de información. El de la CIA y el del CESID. Este último –Antonio Miguel Albajara– toma el nombre del que tiene Antonio Ferrandis en ‘Volver a Empezar’.

Por todo esto, exactamente 14 minutos después de comenzar, tenía claro que lo que estaba viendo era un magnífico montaje de Jordi Évole, una travesura televisiva inofensiva –al fin y al cabo aquel suceso no supuso ninguna tragedia personal– pero que parece que ha enfadado a muchos y ha removido de manera inédita los mentideros en internet. Muy probablemente el efecto ha sido el buscado y el debate sobre televisión y veracidad se ha abierto, lo que me parece sano e interesante. Bien por Jordi Évole.

8 de febrero de 2014

‘Girls’, el «mumblecore» hecho serie televisiva

La cadena de televisión estadounidense HBO es conocida por la calidad de sus series, y también por lo arriesgado y la calidad de algunas de sus propuestas. Recordamos las paranoias de Larry David en ‘Curb Your Enthusiasm’ (aquí titulado ‘El Show de Larry David’) o las fantasías medievales de ‘Juego de Tronos’. Hace no mucho me puse a ver ‘Girls’, una producción de la cadena de pago que cumple con esta máxima.

Es un gusto ver como todavía hay propuestas frescas y rompedoras que llegan del otro lado del Atlántico. Desde luego no todo son zombies, mafiosos ni profesores drogadictos. Se agradece una serie sobre la vida sin más. La vida cotidiana, que a veces ya es lo suficientemente extraña como para no tener que añadir nada más. El punto central de la serie es Hannah, una post-adolescente algo maniática y obsesiva que se traslada a Nueva York para intentar ser escritora, aunque sin demasiada fortuna. Sus padres, hartos de malacostumbrar a su hija, dejarán de sustentarla económicamente y es entonces cuando comenzarán los problemas por sobrevivir en Brooklyn junto a sus amigas. Se enfrentará a situaciones conmovedoras, raras, rocambolescas y delirantes.

Cada capítulo de media hora es una aventura completamente imprevisible, ingeniosa y muy bien construida. El trabajo de los actores, con la propia Hannah –la neoyorkina Lena Dunham, que además de interpretar, dirige, escribe los guiones y produce la serie– es excelente y le da a los relatos un aura de credibilidad muy de agradecer y se aleja de los estereotipos como del diablo. Pero lo que hay detrás de ‘Girls’ se puede definir con una sola palabra: Honestidad. Y es esa franqueza la que engancha por encima de todo.

Y es que el interesante cine independiente norteamericano de nuevo cuño –el famoso «mumblecore»— ha sido transportado con toda su fuerza y esencia a la pequeña pantalla. Y como remate, una excelente banda sonora en la que podemos escuchar a Vampire Weekend, Oasis o MGMT. En conclusión, una de las mejores producciones hechas para la televisión que he visto en bastante tiempo.

22 de enero de 2014

‘El Tiempo entre Costuras’

Ayer terminé de ver ‘El Tiempo Entre Costuras’, la gran serie de Antena 3 para esta temporada, basada en el best-seller de María Dueñas. Para empezar decir que no he leído la novela, por lo que la consabida comparación entre lo escrito y lo llevado a la pantalla no puedo hacerla. No hay duda de que la cadena de Planeta ha echado el resto a la hora de poner el dinero de esta producción. Todo lo invertido se nota, desde las localizaciones hasta los detalles más pequeños. Todo el apartado técnico es muy superior a otras series nacionales de este calibre.

Pequeños fallos de ambientación aparte, es ese envoltorio fastuoso (fotografía, decorados, vestuario, música…) el que encandila a todo aquel que se acerca a su primer capítulo. Los directores Ignacio Mercero, Iñaki Peñafiel y Norberto López Amado han elaborado un sofisticado cuento de hadas, edulcorado y aséptico, digno de todos los públicos, que entretiene y engancha, y donde el riesgo no termina de ser del todo creíble. Especialmente en el último episodio, donde la trama roza el folletín barato.

El trabajo de los actores es desigual. Mientras Adriana Ugarte borda su papel protagonista, otros no están a la altura y hacen que sus personajes resulten poco creíbles y demasiado «teatrales» (por ser suave). Afortunadamente, el guión adaptado es lo suficientemente sólido y resultón –aunque tramposo– como para soportarlo casi todo y que, en el fondo, hagamos la vista gorda en favor del entretenimiento puro y duro.

En definitiva, una serie diseñada para hacernos escapar de la triste realidad cotidiana, de buena factura para lo que es una serie nacional y bastante entretenida. Nada más.

26 de noviembre de 2013

‘Cachitos de Hierro y Cromo’, música, ironía y el archivo de TVE

Televisión Española sigue sacando partido –y hace bien– a su gigantesco archivo. Imaginamos miles y miles de horas de emisión digitalizadas y siendo inspeccionadas cuidadosamente por el equipo del programa ‘Cachitos de Hierro y Cromo’. La referencia a las cintas de casete baratas (las de hierro) y las caras (las de cromo) nos lleva al mundo musical del pasado. De la mano de Virginia Díaz, locutora de Radio 3 y subdirectora de ‘Los Conciertos de Radio 3’ de La 2, se desgrana en cada uno de los capítulos una temática, salpicada de rótulos y comentarios irónicos que aportan información y risas a cada «cachito».

Hasta el momento de escribir este artículo se habían emitido cinco capítulos, dedicados a la música de gasolinera, a los artistas de un sólo éxito, a la moda pop, a canciones «de miedo» y a la música y el deporte. Fragmentos que causarán horror o admiración rememorando esas viejas canciones que creíamos olvidadas. Tal vez el gran acierto del programa sea huir de lo convencional, de todas aquellas grabaciones que hemos visto mil veces, recurriendo a fragmentos que en la mayoría de los casos no habían sido reemitidos nunca. A esto hemos de unir el que se haga visible también la música independiente y que el relato de la música nacional no termine con Pitingo, Amaral, El Canto del Loco o La Oreja de Van Gogh. Podremos ver en algunos de estos programas a Los Flechazos, Los Planetas, Astrud, Lori Meyers, La Bien Querida y muchos otros.

Como en otros programas de RTVE, la web juega un papel importante. Además de poder ver cada capítulo, también tenemos la lista de temas que suenan en ellos y podremos votar qué canción queremos que se recupere completa (el «cachito entero») en la web. Precisamente para terminar vamos con el «cachito entero» correspondiente al programa sobre moda pop. Se trata ni más ni menos que Los Flechazos y el tema ‘No sabes bailar’, emitido originalmente en ‘Cajón Desastre’ en 1988:

23 de noviembre de 2013

50º aniversario de ‘Doctor Who’

Tal día como hoy, hace cincuenta años, se emitía por primera vez una de las series –¿La más?– longevas de la historia de la televisión que aún perdura. Años atrás escribí una entrada sobre ‘Doctor Who’ poco después de haber comenzado a ver la nueva etapa y coincidiendo con el 45º aniversario. Hoy puedo hablar con un poco más de conocimiento de causa sobre este fenómeno, que si bien no ha calado demasiado en nuestro país, mueve muchos fans y mucho dinero en todo el mundo. La prueba es que el doodle de Google desde ayer está dedicado a la serie, con un juego que nos recuerda a los 8 bits en el que tenemos que recuperar las letras del logo de la compañía, robadas por los daleks.

Pero mi intención era orientar este pequeño texto hacia mis impresiones personales. Lejos de ser una serie infantil –como mucho juvenil–, ‘Doctor Who’ tiene episodios con tramas endiabladamente complejas que muchas veces, sobre todo en las últimas temporadas, mantienen un hilo común. Posiblemente esa capacidad de mezclar tiempos pasados y futuros incluso dentro del mismo episodio sea una de las cosas más interesantes y que más me gustan. Por ejemplo, de la última temporada recuerdo ‘Hide’, en la que unos investigadores de lo paranormal investigan fenómenos extraños en un caserón, cuando estos tienen más que ver con el futuro que con el pasado. Y si hablamos de episodios favoritos, aunque no es fácil, me quedaría con ‘Blink’, los famosos «ángeles llorones» («weeping angels»), aliens camuflados de estatuas de ángeles que cobran vida en la oscuridad absoluta o cuando cerramos los ojos. Tampoco puedo olvidar el capítulo dedicado a Van Gogh, ‘Vincent and the Doctor’. Hay muchos más y si no los habéis descubierto, os lo recomiendo.

La última parte la quiero dedicar lo que los «whovianos» llaman –llamamos– la serie clásica. Es decir, las emisiones entre 1963 y 1989, en contraposición con la nueva, emitiéndose desde 2005. Pude hacerme con todos los episodios de esas 29 primeras temporadas. El trabajo de visionado es complicado, porque de la mayoría aún no hay subtítulos en castellano. Si algún distribuidor está interesado en editar en España la colección clásica, aquí hay ya un comprador.

Para terminar, al igual que hice en aquel primer post sobre ‘Doctor Who’, todas las cabeceras por orden cronológico en versión corregida y aumentada:


11 de noviembre de 2013

‘Mongolia’ y la exploración de los límites

Muchas veces, y tras ver la cantidad de injusticias que se cometen a sabiendas diariamente por parte del poder con la excusa de la crisis, la única vía de escape que nos queda es el humor. Y dentro del humor la sátira. Quizás por eso los artífices de la revista ‘Mongolia’ se lanzaron en marzo de 2012 a una piscina en la que no se sabía si habría agua. Afortunadamente estos kamikazes han salido ilesos hasta el momento, publicando mensualmente desde entonces en papel, en pleno retroceso de este formato. La razón la desconozco, pero ‘Mongolia’ no es sólo una especie de ‘El Jueves’ de nuestra generación, sino una forma de protesta contundente que en papel se hace mucho más visible hacia los demás. Es una «revista-pancarta» si se me permite el híbrido, como lo fue en su momento ‘El Papus’ o mejor ‘Hermano Lobo’, salvando las distancias. Es más, el uso de colores vivos, de grandes cuerpos para las tipografías de la portada y el uso subversivo de la manipulación gráfica de marcas conocidas abundan en esa sensación. Por cierto, estupendo trabajo de maquetación y diseño.

Desde el principio se ha caracterizado mostrar en sus portadas criticas brutales, centrándose casi siempre en los muchos tabúes políticos y sociales que aún quedan en España. El Rey, Franco, las Infantas, ETA, las religiones, los políticos de turno… Todos han sido diana y objeto de burla y crítica sin piedad. Hasta la fecha ninguno de sus números ha sido secuestrado, pero sí ha sido vetado en muchos quioscos, en El Corte Inglés y hasta en Facebook. En los quioscos y grandes superficies donde se vende suele estar bastante escondido. Una de las novedades que aporta la revista y que otras publicaciones del mismo género no tienen es que cuenta con una sección de investigación «seria» que ha ofrecido exclusivas, como los correos electrónicos de Urdangarin, prohibidos judicialmente.

Está claro que uno de los objetivos de ‘Mongolia’ es explorar los límites de la libertad de expresión, entrar en esas zonas grises que las generaciones anteriores han convenido en no tratar. Pero esas generaciones no son la nuestra y comienza a despuntar otra forma de hacer las cosas y otro modo de enfocar los temas de siempre. Ahí están Jordi Évole con ‘Salvados’ o Javier Gallego y su ‘Carne Cruda’. ‘Mongolia’ también aportan su granito de arena a esta necesaria e inevitable Segunda Transición, no sólo política, sino también social y cultural.



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